Más allá de los votos: Las Sentencias que han salvado a la democracia electoral en México

Columna: Votos, Leyes… y los Dilemas del Poder

Análisis para quienes entienden que el poder no se improvisa

Por: Guillermo Galván Huéramo

En la película Matar a un ruiseñor (To Kill a Mockingbird, 1962), la justicia no se impone desde el poder formal de la ley, sino desde la integridad de quien la ejerce con conciencia. Atticus Finch no sólo defiende a un hombre inocente; defiende una idea: que el Derecho debe resistir incluso cuando la mayoría calla o el entorno exige otra cosa. Porque el Derecho no nació para complacer al poder ni para obedecer a las multitudes circunstanciales, sino para contener abusos, proteger al vulnerable y sostener principios cuando más cuesta hacerlo.

En México, hay decisiones que no nacieron del voto ni de la calle, pero que han sido esenciales para preservar los límites del poder y el sentido profundo de la democracia. Sentencias que —sin reflectores, sin propaganda ni aplausos— han sido verdaderos actos de firmeza institucional frente al poder político. Resoluciones que no defendieron una candidatura o un resultado, sino el equilibrio del sistema.

Una de ellas fue la sentencia que ordenó al INE establecer el Registro Nacional de Personas Sancionadas por Violencia Política de Género. De ahí nació el principio de la “3 de 3 contra la violencia”, que prohíbe que personas con antecedentes por violencia política, familiar o sexual accedan a cargos públicos. Esta medida no fue simbólica, fue una advertencia ética y legal: quien violenta no puede representar a nadie.

Otra decisión clave fue la aplicación obligatoria del principio de paridad sustantiva en las gubernaturas. Esta sentencia no otorgó una concesión, corrigió una exclusión histórica. Gracias a ella, hoy las mujeres no sólo compiten, también ocupan espacios que durante décadas les fueron negados.

Finalmente, el reconocimiento del derecho al voto para personas en prisión preventiva marcó un hito. Durante años, la democracia ignoró a quienes, sin sentencia, habían sido privados de libertad. Esta resolución recordó que el encierro no cancela la ciudadanía, y que la presunción de inocencia no se suspende por el prejuicio.

Estas decisiones no ganaron elecciones ni generaron titulares espectaculares. Pero sostuvieron lo que importa: el Estado de Derecho. Como diría Atticus Finch, no siempre se gana al hacer lo correcto, pero siempre se pierde si se deja de intentarlo.

Porque en México no sólo se vota cada seis años. A veces, la democracia se decide en una sala de sesiones, con argumentos en lugar de consignas, y con jueces que —sin prometer nada— terminan sosteniéndolo todo.

Guillermo Galván Huéramo
Abogado | Maestro en Derecho Electoral
Integrante del Colegio de Abogados de Michoacán
Analista político, servidor público y columnista independiente

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