Finalmente, sí fue un peligro para México

LIBRE EXPRESIÓN…
Por: Carlos Alberto Monge Montaño.

“Aquellos que pueden hacerte creer absurdidades, pueden hacerte cometer atrocidades”. Voltaire (1694-1778) Escritor, filósofo y abogado francés.

Por fin se acabó el gobierno de Andrés Manuel López Obrador que ha dejado destrozado a México, mandó al diablo a las instituciones, dejó avanzada la aniquilación de los contrapesos del poder y todavía falta que efectivamente se vaya a su rancho “La Chingada”.

Como advirtieron sus adversarios estrategas de propaganda electoral, el tabasqueño resultó un peligro para México. Veamos:

Con el reparto de dinero a través de los programas sociales y el circo implementado en sus mañaneras, logró normalizar la mentira, que se la aplaudieran y hasta defendieran; a grado tal, que a millones de mexicanos parece no importarles el monumental fracaso en seguridad con sus abrazos y no balazos, la consecuente sospecha de sus complicidades con grupos y líderes criminales a los que les procuró respeto y defensa de sus derechos, a los que no tocó ni con el pétalo de una crítica.

Destruyó el sistema de salud y, sin embargo, tuvo el descaro de asegurar que ya es el mejor del mundo, pese a la realidad que grita por la ausencia de medicamentos y la crisis en general en este sector.
Acabó con todas las reservas financieras del país, incluidos los fideicomisos y, sin embargo, incrementó la deuda en más de 6.6 billones de pesos, con lo que, al término del presente año la deuda total superará el 50 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB) nacional.

Sus obras faraónicas han resultado un fracaso, no sólo duplicaron y hasta triplicaron su costo proyectado, sino que siguen siendo barrilles sin fondo como el Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles. La refinería sigue sin refinar y el Tren Maya que requerirá financiamiento permanente para su funcionamiento, causó severos daños a los recursos naturales y deforestó más de 7 millones de árboles. Conste, el demente tabasqueño aseguró que no cortarían ni un árbol.

La pandemia por COVID-19 que impactó al mundo, la trató con negligencia, con chistoretes y argumentaciones que resultaron estúpidas y costaron cientos de miles de muertes que no debieron ser.

Menospreció a los niños con cáncer y a sus padres que exigían medicamentos, criticó a las mujeres que se manifestaban en demanda de seguridad y justicia, cual misógino empedernido las consideró incapaces de tomar sus propias decisiones. Las “feministas” que cobraban en su gabinete o en administraciones estatales morenistas, sin pudor alguno lo defendieron.

Se convirtió en el presidente más corrupto que ha tenido México en su era moderna, aunque Enrique Peña Nieto había dejado alta la vara. Como botón de muestra, el desfalco que supera los 15 mil millones de pesos en Seguridad Alimentaria Mexicana (SEGALMEX) bajo la dirección de Ignacio Ovalle Fernández, al que López Obrador ha defendido a capa y espada.

Hay más. Los sobres amarillos con dinero que recibieron sus hermanos para beneficio suyo, los familiares con jugosos contratos en dependencias como PEMEX, su hijo viviendo en una mansión de un contratista privilegiado de su gobierno, las evidencias que motivan sospechas de corrupción y tráfico de influencias comandadas por sus hijos, Andy y Bobby López Beltrán, conocidos con sus amigos beneficiados como “El Clan”.

La opacidad es otra de sus rúbricas. Los contratos e inversiones multimillonarias están reservadas por “seguridad nacional”. Optó por las adjudicaciones directas en lugar de las licitaciones, como había prometido.

Incongruente, peor que el personaje de Roberto Gómez Bolaños conocido como la Chimoltrufia, López Obrador como decía una cosa, hizo la otra. La máxima, militarizar al país. No regresó al Ejército a los cuarteles, al contrario, lo sacó por completo a las calles y le entregó una buena parte de la administración pública reservada para civiles, con todos los riesgos que eso implica. Promovió y logró militarizar a plenitud la Guardia Nacional.
En Michoacán no fue diferente. No federalizó la nómina magisterial, aunque el mitómano ande presumiendo que sí, como fue a engañar a los vecinos de Guerrero. Tampoco acabó la ampliación a 4 carriles de la autopista a Lázaro Cárdenas e incumplió con traer a Morelia la dirección general del IMSS.

A la nueva presidenta de México, Claudia Sheinbaum Pardo le deja un país sostenido con alfileres y una evidente intención de seguir mangoneando, no es gracioso que, a su junior, Andrés Manuel López Beltrán le haya conseguido la Secretaría de Organización en Morena.
No es casualidad que sus empleados, que le han obedecido a ciegas, sean parte del gabinete de la Doctora, tampoco que tenga las bancadas de senadores y diputados federales plagadas de incondicionales.

Ya dijo que siempre no se va a su rancho “La Chingada” en Tabasco, como tanto había señalado, una vez más reculó, se quedará algún tiempo en la Ciudad de México. Menuda casualidad.
Por lo pronto, se acaba un sexenio fallido en el que López Obrador se empeñó en hacer realidad aquella advertencia de que era un peligro para México. Lo fue y no se descarta que siga siendo.

Con la esperanza de que haya una próxima vez… me despido, gracias.

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