Por Bryan LeBarón
Hace una semana el candidato republicano a la Presidencia de los Estados Unidos, Donald Trump, muy a su estilo, realizó una declaración que para muchos es el retrato sin maquillaje de la realidad mexicana, pero para otros, un detonante para nuevamente encerrarse en una burbuja donde los demás son los equivocados.
Trump señaló que “El problema es que México está paralizado por los cárteles, podrían quitar a un presidente en dos minutos. Los cárteles manejan México”, en su momento sólo las voces oficialistas podían negar esta situación, quienes hemos padecido el México violento, sabemos que tiene mucho de razón.
Hay muchos lugares en el país donde quienes mandan son los grupos del crimen organizado. Muchos pueblos se han convertido en fantasmas porque simplemente la gente no soportó los enfrentamientos, las extorsiones, los secuestros, las violaciones, no aguantaron ver como los jóvenes eran carne de cañón para los criminales.
Es realmente una sorpresa que familias mexicanas de Chiapas hayan escapado a Guatemala para tratar de salvaguardar la integridad de los suyos. El propio presidente guatemalteco, Bernardo Arévalo, confirmó muchos cruzaron la frontera en busca de refugio, huyendo de la violencia que azota el sur de México.
Los refugiados mexicanos eran casi 600 personas, entre niñas, niños, mujeres, hombres y ancianos; y esto ocurre en todo el territorio nacional, donde cientos de miles de familias has decidido dejar sus raíces para sobrevivir. Datos como los de la Comisión Mexicana de Defensa y Promoción de los Derechos Humanos, muestran una realidad donde en promedio 43 mexicanos al día, deben abandonar sus hogares por la violencia. A todo lo anterior se refería Donald Trump.
No podemos negar que los lideres criminales siguen imponiendo candidatos en muchas regiones, y lo que ocurre cuando ganan es que las autoridades se dedican a complacer a quienes les ayudaron a llegar a una silla ensangrentada, que también está llena de dolor y ausencias.
Desde esta etapa, existe el poder del crimen organizado, como muestra los 48 candidatos y aspirantes asesinados durante el reciente periodo electoral, sin duda el más sangriento de la historia. Así es un sistema que no ha podido proteger a todos los que quieren hacer una diferencia y sí cede el paso a muchos que llegan bajo sospecha.
En este marco, llega el encarcelamiento del Mayo Zambada, y Joaquín Guzmán López, hijo del Chapo Guzmán. Tal vez el gobierno de México hubiera podido demostrar que no era superado por los lideres criminales, al entregar a dos de los más buscados, pero en voz del propio gobierno: “No participamos”
Si la idea de Trump fuera más allá de una declaración electoral, sin duda México y Estados Unidos deberían hacer frente al problema del crimen organizado; pero mientras no trascienda, la idea de un grupo criminal que derroca al gobierno en 2 minutos, aún no es precisa; sobre todo, porque no sabemos el nivel de complicidad o inocencia que tengan