Por: Víctor Carranza
Por un lado, una encuesta es un estudio estadístico científico, donde basado en una pequeña muestra, representativa y proporcional, se infiere un resultado tentativo comprobando o desmintiendo una hipótesis. En esta misma lógica se prueban tratamientos, medicamentos, se censan poblaciones y también, hay que decirlo, se prostituyen elecciones.
La guerra de encuestas en todo el estado tiene rato subiendo de tono, pero lo de Morelia raya ya en lo ridículo; por un lado, el candidato reeleccionista asegura llevar 17 puntos de ventaja, algo así como 43,000 votos de ventaja, cosa que, considerando la elección inmediata anterior, se antoja estadísticamente imposible.
Por otro lado, está la narrativa del candidato oficialista, quien asegura contar con una ventaja entre el 9 y el 12% (entre 22mil y 30mil votos), algo también improbable considerando la elección inmediata anterior. Sin embargo, aquí el factor Claudia Sheinbaum juega un papel preponderante pues su ventaja ronda el 55% de la intención de voto, algo así como 140,000 votos morelianos. Peeeero, aún falta tener en cuenta que el porcentaje de participación ciudadana fue del 49.9% en el 2021 y en esta ocasión, tendría que tender al 55%, incrementando así el volumen pero no las proporciones aquí señaladas.
Alguien está mintiendo en sus mediciones y eso hace daño a la democracia, pues pretenden manipular la percepción y lo único que logran es incrementar la desconfianza en las encuestas de un bando y del otro. Los hechos nos dejan ver un posible empate técnico dentro del margen de error (+-5pts). Quienes le saben a la operación de “tierra”, dicen que ese es el margen que se puede obtener de una operación exitosa.
Suena a cliché, pero la encuesta real del 2 de junio está por llegar y desnudará de cuerpo entero, ¿quién manipuló sus encuestas y quién las utilizó con sabiduría? Al tiempo