Por: Leovigildo González
No sorprende a nadie la actitud del Presidente Andrés Manuel López Obrador, no quiere voces distintas a las de él, quiere dominar absolutamente todos los espacios incluso los de la oposición.
Es por eso, que AMLO, desdeña a quienes le exigen resultados, busca aduladores, gente que le aplauda, pero huye de los sitios donde lo cuestionan.
Las mañaneras lejos de convertirse en un ejercicio democrático, es un monólogo con preguntas a modo, quienes intentan cuestionar son atacados por una horda de simpatizantes del presidente, así, sin más.
Los ataques a la prensa han sido también desde ese púlpito de las mañaneras donde el que habla está prácticamente «santificado» y puede señalar a quien no piensa como él de «neoliberal», «Fifi», «chayotero», o integrante de la «mafia del poder».
Faltan poco menos de cinco años, AMLO sigue con una aprobación alta, pero diariamente salen voces que comienzan a mermar el discurso, a contrastar las palabras y a exhibir los tropiezos.
AMLO mostró el camino desde la oposición, a quien en su momento llamaron «loco empecinado», ahora está en el poder, pero habrá que recordar que el Presidente llegó a través de un movimiento que no ha logrado madurar en partido político y todo apunta que después de su sexenio será complicado mantener el poder.
La lucha de la verdadera oposición será en los organismos autónomos como el Instinto Nacional Electoral (INE), luego de perder en el Senado la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH). Mantener los contrapesos, será fundamental en los próximos años.
AMLO fue la bandera de la oposición durante los últimos 18 años, pero ahora ya está en el poder. Vicente Fox, Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto, saben perfectamente lo duro que era tener al ahora presidente desde una trinchera que sólo busca golpeteo.
