Por: Hugo Rangel Vargas
La Inversión Extranjera Directa (IED), según el informe más reciente dado a conocer por la Secretaría de Economía, superó, en los primeros nueve meses del año, a la cifra del mismo período del año pasado en un 7.8 por ciento. Así, de enero a septiembre de 2019, los flujos de capital provenientes de compañías extranjeras superaron ligeramente los 26 mil millones de dólares.
Para Keynes, la decisión de un empresario de invertir depende fundamentalmente de dos factores, el primero de ellos es la tasa de interés, esto es el costo del dinero cuando se toma la determinación de abrir una empresa o bien para ampliar una ya existente y el segundo son las llamadas expectativas marginales del capital, lo cual representa una especie de juego entre factores objetivos y subjetivos que son calculados por el empresario y que se reflejan finalmente en sus expectativas de hacer negocio y de obtener rentabilidad.
En el caso que nos ocupa, vale destacar que, según los datos de la propia dependencia encargada de medir estos flujos de capital, el 55.2 por ciento de la IED proviene de reinversión de utilidades; por lo que más que el costo del dinero, la decisión de invertir se encuentra fuertemente influenciada la expectativa de los empresarios que ven posibilidades de hacer negocios en el país con márgenes razonables de utilidad a su favor.
Esto parece ser una carambola de dos bandas para la Cuarta Transformación y para el presidente Andrés Manuel López Obrador, quien pronto festejó el dato.
En primer término, el dato es relevante si se toma en cuenta la recurrente queja de los empresarios nacionales quienes son muy quisquillosos cuando de “estabilidad” se trata. Desde la cancelación del NAIM, hasta los cuestionamientos hacia los proyectos emblema de la administración como lo es el aeropuerto de Santa Lucia, el Tren Maya o la refinería de Dos Bocas; pasando por los programas sociales; los “empresarios” mexicanos se han dedicado a repetir ad nauseam que no hay condiciones para hacer negocios en México y que la economía va directo a una crisis.
La segunda banda que toca la bola del incremento de la IED llega a la oposición a MORENA. Panistas, priistas y perredistas han vertido sendas criticas a todas las decisiones del gobierno lopezobradorista, desde las más trascendentales hasta las rutinarias y básicas. Sus consignas no abren espacio a consideraciones sobre el entorno complejo que enfrenta la economía global, ni mucho menos un mea culpa sobre las condiciones tan lamentables en las que ellos dejaron al país después de tres décadas de haberlo conducido con políticas económicas ortodoxas.
Ni se ha caído el país, ni la economía se paralizará, ni habrá catástrofe, ni mucho menos se desmoronará la planta productiva. Esto no ocurrirá así, porque México sigue siendo una tierra de enormes oportunidades para los negocios, con ventajas comparativas importantes y con un gobierno que está combatiendo la corrupción; uno de los principales escollos para la inversión en el país, según diversos estudios.
Parecería razonable que los opositores revisen sus pronósticos con mayor frialdad en sus cálculos y con menos hígado, antes de empezar a difundirlos como profecías. Recuérdese que pronostico que no se cumple, va en detrimento de la calidad de la voz que le pregona.
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