Del aplauso al poder real: Gobernar no es solo ganar

Columna: Votos, Leyes… y los Dilemas del Poder

Análisis para quienes entienden que el poder no se improvisa

Por: Guillermo Galván Huéramo

Frank Underwood nunca ganó una elección presidencial… y sin embargo, gobernó. Su poder no venía del voto, sino del cálculo, de la operación, del dominio de los tiempos y de la manipulación sutil del sistema. En House of Cards, como en la política real, entendemos que el poder no se entrega en la noche del conteo final: se construye cada día o se pierde en cada omisión. La victoria electoral puede ser un punto de partida, pero nunca un plan de gobierno.

Uno de los errores más comunes en el sistema político mexicano —y en muchos otros— es confundir el acto de ganar con el acto de gobernar. Hay candidatos que construyen campañas brillantes, frases virales, estrategias eficaces… pero llegan al cargo sin saber qué hacer con él. No hay visión, no hay equipo técnico, no hay compromiso institucional. Creen que con el capital simbólico del voto pueden administrar la complejidad del Estado; pero el poder sin plan se erosiona. Y la legitimidad sin resultados, también.

Gobernar exige otra lógica, ya que no basta con haber sumado votos. Se necesita capacidad para ejercer, sostener y distribuir el poder con sentido. Se requiere diálogo con otros poderes, construcción de alianzas, escucha territorial, institucionalidad verdadera. Se necesita una narrativa de futuro, y no sólo un discurso de campaña. Gobernar no es repetir lo que se dijo en el templete; es decidir, corregir, ejecutar… y asumir costos.

El peligro de reducir la política a la popularidad es que se transforma en espectáculo; las redes sociales sustituyen al Estado; las encuestas reemplazan a los planes; y la gestión pública se vuelve teatro diario para públicos fragmentados. Así, el gobierno pierde proyecto y se vuelve rehén del humor digital. La política se convierte en comedia, y lo público, en «me gusta» (likes).

Ganar es importante, pero no es suficiente. Gobernar implica otra ética, otra técnica y otra responsabilidad. Es sostener el rumbo cuando nadie aplaude; es mantener el equilibrio cuando todos presionan; es responder por el país, no por la imagen. Es pasar de la promesa al principio, del eslogan al Estado.

«Frank Underwood conquistó el poder, pero nunca lo entendió. En México, necesitamos más estadistas y menos operadores.»

Guillermo Galván Huéramo
Abogado | Maestro en Derecho Electoral
Integrante del Colegio de Abogados de Michoacán
Analista político, servidor público y columnista independiente

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