Por: Leovigildo González
Aunque de diferente forma y a su manera, Alfonso Martínez así como Guillermo Valencia, son las únicas figuras de la oposición en los últimos meses, uno alcalde de Morelia y el otro, dirigente del PRI en Michoacán.
A pesar de las diferencias entre ambos personajes, la embestida de Morena implícitamente nuevamente los ha unido, aunque en trincheras distintas, Valencia en un notorio alejamiento con el gobernador Alfredo Ramírez Bedolla y Martínez de igual forma.
Valencia es una voz autorizada para hablar de temas de seguridad, lo hace con conocimiento de causa ya que fue alcalde de Tepalcatepec justamente cuando iniciaron las Autodefensas, y sus constantes posicionamientos como líder priísta le abren espacios en medios nacionales para señalar lo que se está haciendo mal en Michoacán.
Alfonso por su parte, sufre los embates del Gobierno del Estado que busca a toda costa minimizar los logros que ha tenido como alcalde y peor aún, señalar los retos que hay como ciudad, todo orquestado desde oficinas gubernamentales y con dinero público.
Se desconoce en qué momento Valencia dejó de ser útil para Bedolla, pero como juguete viejo, hoy está arrumbado, a pesar de que en algún momento fue usado para tratar de descarrilar a Alfonso, en el Congreso tiene poca capacidad de negociación y cómo partido, igual.
Bedolla en Morelia tal parece que no supera el resultado electoral que ratificó que los morelianos quieren a Alfonso, el desprecio del mandatario estatal a la capital michoacana es inverosímil a pesar de obras «faraónicas» anunciadas pero que difícilmente se concretarán en su sexenio.
Sería una mala jugada que ahora que se han encumbrado como opositores Valencia y Alfonso, algo necesario en la vida pública de Michoacán, estén señalándose como hace unos meses, el 2024, ya pasó, la elección ya dejó a triunfadores y perdedores, así que a lo que sigue.
Aunque alejados y cada quien en su ruta, pudieran construir rumbo al 2027, si hay disposición política y sobretodo altura de miras.
