Por: Leovigildo González
Desde el inicio del sexenio de Claudia Sheinbaum, ha mostrado que es uno de los objetivos de su estrategia regresar la paz a Michoacán, sobretodo disminuir la extorsión que afecta a productores de limón y aguacate, principalmente, pero también a pequeños y medianos negocios.
En el diagnóstico federal, Michoacán hasta el 28 de octubre había registrado mil 275 homicidios dolosos, que significan el 5.1 por ciento del total nacional, y que lo mantiene entre las entidades más violentas del país.
Las acciones más relevantes en Michoacán contra el narcotráfico en el inicio del Gobierno de Sheinbaum, las ha realizado la Secretaría de Marina en el puerto de Lázaro Cárdenas al detectar cargamentos de cocaína, así como el Ejército en la región de Apatzingán para inhibir el «cobro de cuotas».
Sin embargo, el tema de seguridad en Michoacán es mucho más profundo, no solo se trata de contener los homicidios, también el grave problema de extorsión, que impera en todas las regiones del estado, donde pagan desde los dueños de tienditas hasta los grandes empresarios, en una clara muestra de vacío de Estado.
El Gobernador Alfredo Ramírez Bedolla, en junio pasado, hizo a un lado a José Alfredo Ortega, mando militar que estaba a cargo de la Secretaría de Seguridad Pública, bajo una estrategia federal y quién durante casi 3 años estuvo al frente de las acciones en la materia, su salida, fue por demás muy rispida y muy cuestionable.
Hoy, está al frente de la seguridad de Michoacán, Juan Carlos Oseguera, un civil, sin grandes cartas en la materia, llegó después de su paso por la subsecretaría de Gobierno, más allá de eso, no hay más experiencia en el rubro.
Al inicio del Gobierno de Claudia Sheinbaum, fue asesinado un periodista, Mauricio Cruz Solís, de Uruapan, que le generó una crisis momentánea a la Presidenta, pero con una respuesta prácticamente nula del mandatario estatal quien estaba en Europa.
Eso, más los hechos de violencia registrados en las últimas semanas con narcobloqueos, enfrentamientos y recomposición de fuerzas en los grupos locales de crimen organizado, han encendido los focos de alerta a nivel nacional.
Aunado, a que en las últimas semanas se ha fracturado la coordinación entre el Gobierno Federal y el Estatal en materia de seguridad, ya que Omar García Harfuch, zar de seguridad de Sheinbaum ha aceptado los problemas que hay en el estado, mientras que en Michoacán se niegan.
Así que el manotazo apenas viene, tras un diagnóstico profundo de lo que sucede en el estado, y la poca capacidad que hay para enfrentar los retos, Harfuch busca reducir los delitos del fuero común, desde la Secretaría de Seguridad Pública, a pesar de que Bedolla no acepte, de lo contrario, se vienen días muy grises y rojos para Michoacán.