Por: Víctor Mendoza
Raúl Morón quiere ser gobernador de Michoacán, así se vislumbraba desde que encabezó el movimiento disidente del magisterio en Michoacán, dando vida a la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE). Quienes conocieron al profe, en aquellos ayeres, dicen que su madurez le ha hecho atemperar su naturaleza combativa y opositora, pero la rueda de prensa en la que se posicionó respecto del inminente cambio de dirigencia estatal de Morena, dice lo contrario.
En política y en la vida, bajo el sistema actual de creencias occidental, para ser hay que parecer. La rueda de prensa de este pasado lunes no es propia de un senador de la República que aspira a ser gobernador de su estado, pues se inmiscuye directamente en temas domésticos, lo cual disminuye su valor de acuerdo y pone en evidencia una clara necesidad de atención, para provocar o bien una negociación o tender la cama frente a una posible derrota interna.
Sería tan escandaloso como que el gobernador se pronunciara al respecto, lo que lógicamente sería interpretado como un acto de desesperación por mantener el poder que hoy ostenta; y sin embargo, opera, pues el poder se defiende y no se cede, el poder se gana y no se obtiene por méritos, aunque en su caso las circunstancias le hayan favorecido, ha comprendido esta valiosa lección.
La rueda de prensa en sí estuvo mal planteada, pues no quedó claro si fue para dar la bienvenida a un Manuel López Meléndez, hábil operador y perfil que fuera principal operador de Carlos Torres Piña a la salida de Miriam Tinoco y Víctor Manríquez. Nadie duda de la capacidad de Manuel, a quien además se le tiene gran estima, pero el timing parece desfasado, pues parece ser un movimiento, insisto, para lucir más fuerte frente a lo que parece una inevitable sucesión de la dirigencia local.
El destape de Jesús Mora en voz del profe Morón puso en entredicho su nivel de organización, pues si los de enfrente tienen nombre y operación en curso, es momento en el que ellos salieron a ofrecer una rueda de prensa sin siquiera ofrecer opciones. De ahí que la bienvenida al alcalde de Panindícuaro luce desfasada, pues no tienen un nombre que pueda competir de tú a tú con el perfil más potable del entorno del gobernador. Jesús Mora, además de hábil operador, cuenta con la simpatía de compañeros afines a Raúl Morón y, si bien no acompañarán con su voto la legítima aspiración del exalcalde de Tuxpan, tampoco entorpecerían tal operación abiertamente. Y no es para menos, pues Mora cuenta con trayectoria desde el movimiento estudiantil de la UMSNH y fue compañero de batallas de algunos de ellos. Conocen de su habilidad, pero además de la forma limpia que tiene para operar, aunque de naturaleza combativa y ruda, siempre es franco en sus movimientos.
El desesperante silencio de Jesús Mora solo ha puesto nerviosos a propios y extraños. Ello ha precipitado al “bloque” a buscar una negociación, pues no se necesita ser un erudito de la ciencia política para dar lectura a sus mensajes. La pregunta en el aire es: ¿qué es lo que piden y cuánto realmente tienen en la mano? Las otras interrogantes son: si realmente participarán, ¿aceptarían una probable derrota? ¿Cantarían fraude de manera anticipada? ¿O solamente harán vacío en el consejo como la ocasión en que se ungió a Juan Pablo Celis?
Aunque pocos, sé que cuento con algunos asiduos lectores, entre ellos algunos de los participantes en esta disputa. Sirva la presente columna como una atenta invitación para que las partes se sienten a escucharse y dialogar, pues en aras de la gobernabilidad de Michoacán, bien le haría a nuestro estado que los entes principales del partido en el poder estuvieran jalando en el mismo rumbo. Pero ese parece ser el último de los menesteres en cuestión.