Por Bryan LeBarón
Hace unos días en el Senado de la República se definió el destino de muchos juzgadores en el país, se llevó a cabo un sorteo para definir las 850 plazas del Poder Judicial que se elegirán en voto directo en 2025; 139 cargos se encuentran vacantes por lo que el sorteo destituyó de facto a 711 jueces de Distrito y magistrados de Circuito.
Esto se desprende de una Reforma Judicial en la que un grupo mayoritario definió los destinos de un Poder del estado, y lo hizo de tal forma que más bien parece un capítulo más de esta historia de revanchismo.
Lo que más preocupa es la manera en la que deciden las cosas. Están metiendo en una tómbola los destinos no sólo de jueces, si no de personas que serán juzgados por personas elegidos por un voto cuestionable, porque aún no está clara la forma en que se llevarán a cabo estos comicios.
Si en algo tuvieron que poner atención cuando hacían las leyes, era en quienes iban a influir en el proceso. Hoy seguimos en un país donde el crimen organizado está presente en las elecciones, designan candidatos y son capaces de movilizar la voluntad de pueblos y comunidades.
Ahora los grupos criminales podrían impulsar a sus candidatos y con el poder que ostentan, hacerlos ganar; tal vez lo que buscaban eliminar, vendrá con más fuerza; sin controles efectivos, ofrendaron gran parte del Poder Judicial a los intereses de los criminales. Así que en esa tómbola iba mucho más que la suerte de juzgadores, va también la de víctimas y el de un país vulnerable.
Quizá no es la primera vez que utilizan el sorteo para tomar decisiones. Tal vez en el culiacanazo se dejaron libres a criminales preguntando al azar, o cuando revisan a que lugares puede llegar ayuda humanitaria en los desastres, o donde se despliegan militares en zonas de alta peligrosidad.
No es nuevo este método para Morena. Así han elegido a sus candidatos, sin importar si tienen una vocación de servicio o una lucha social que los respalde, su único mérito ha sido estar en el momento en que la suerte es la que habla. Ahora cuentan con una mayoría donde lo que importa es reunir el número suficiente de elementos, sin voz, sólo un voto usado a conveniencia de otros.
La suerte de un país no puede caber en una tómbola. La necesidad de justicia es demasiado grande como para dejarla en un volado. Se abrió la puerta a un método que nada garantiza y que no sustenta responsabilidades. El azar no puede ser forma de gobernar. Quizá sean los criminales los que están de suerte