Por Hugo Gama Coria
No puede existir democracia sin respeto y tolerancia. Son varios los principios de la democracia, no solo votar y ser votado, o participar en la toma de decisiones del gobierno, lo es también el respeto a los derechos humanos dentro de los que se encuentran la libertad de expresión y de manifestación, cuyas reglas son el respeto y la tolerancia.
Ahora, que estamos en la recta final de un proceso electoral ocurre, al igual que en otros procesos electivos como el desarrollado recientemente en la Suprema Corte de Justicia de la Nación, que las diatribas, las calumnias, la falta de respeto y la intolerancia han sustituido a las propuestas y los proyectos.
La vida democrática no puede ni debe opacarse por quienes prefieren la confrontación antes que el diálogo y el razonamiento; sin embargo, en las últimas elecciones han prevalecido los ataques, incluso los que atentan contra la vida privada de las personas por parte de quienes no saben separar lo público de lo privado; de quienes ponen por delante su interés personal al general.
La vida democrática del país no está en riesgo, pero se hace endeble cada vez que se agrede, cada vez que en el quehacer público se difama y se calumnia sin base alguna, pues no solo se puede afectar injusta y arbitrariamente a una persona, sino que puede dañar a las propias instituciones. Es por esa razón, que todas las personas debemos entender que la democracia no solamente es salir a votar.
Las diatribas y los insultos aparecen cuando termina la razón y el argumento; el odio y enojo son malos consejeros; la actualidad exige mujeres y hombres a la altura de las circunstancias, verdaderos defensores de la democracia.