Por: Víctor Carranza
Hace algunos días, en una capacitación, un señor pidió la palabra para decir con toda seriedad que «las elecciones son carambas». Era un priista que también se autodenominó «católico», ya a sus 70 años estaba hablando de un tema muy complejo a nivel electoral que, sin duda, es el gran reto de 2024: el voto Switcher… «la gente ya se hizo bien mañosa (para votar), con la que más cuentas entre tus votos, te dan la vuelta». Esto es algo que no terminan por comprender PRI, ni PAN, ni PRD… ni tampoco Morena.
Por un lado, su servidor tiene encuestas en mano de tierras que se entienden como «panistas» en el «círculo rojo» (comentocracia), con intención de voto por la Dra. Claudia Sheinbaum por más del 60% ¡Un número fulminante para cualquier candidato municipal! Y sin embargo, al preguntar por el cargo municipalista, Morena apenas llega a un 18% o hasta un 24% (en el mejor de los casos). ¡Sorpresa! Mis queridos políticos, la media mexicana está entendiendo que puede votar por un partido a un cargo y… agárrense… ¡por otro partido en otro cargo! WOW.
Hablo del ejemplo de este señor, que con todo mi respeto, me deja claro a mi y a todos los partidos en cuestión, que el electorado comprende la dinámica de la transferencia de voto. Y es que quienes asumen a territorios como Morelia, Uruapan, Zamora o Zitácuaro como tradicionalmente «panistas», no pueden estar más equivocados. O del lado contrario (porque aquí del chayote no se vive), quienes asumen que «la marca» de Morena hará el trabajo de un candidato solo por ser guinda, está también igualmente equivocado.
Ese es el gran reto de ambos partidos. Por un lado, los opositores fomentar el voto cruzado y por otro lado, los oficialistas fomentar el voto masivo morena. ¿Qué está pasando en Morelia? Que están entrando otros factores como el posicionamiento, el nivel de agrado y el grado de profundidad que hay en las propuestas de un cadidato (que generen empatía, no por las propuestas per sé). ¿Cómo se logra eso en 45 días? Pues eso, mis queridos amigos, es lo que se antoja casi imposible, pues el gran factor para determinar el posicionamiento y la reputación de un político, es el tiempo. Al tiempo.