Por: Víctor Carranza
Poco o nada se habla del proceso que comenzó en Michoacán a partir de este 2024: la sucesión de la gubernatura rumbo al 2027. En el tablero, cada quien ocupa desde ya una posición y los dados están rodando, beneficiando a algunos y otros, simplemente a defender sus trincheras.
Es axioma hablar sobre Morena y la designación de Raúl Morón, pues el mensaje desde las cúpulas es claro, “hay una deuda moral con el profesor Raúl”, en algún momento se llegó a decir que era la respuesta de personajes AAA del movimiento de regeneración. Detrás suyo están coaligados personajes como Leonel Godoy y Lázaro Cárdenas Batel, quienes una y otra vez, caen de pie.
Ello ha sacudido el fichero del actual gobierno, quienes tendrán que defender sus posiciones con sus mejores cuadros, de ahí la apuesta es Carlos Torres Piña para la alcaldía, quien si bien no tiene arraigo en la ciudad ni un equipo serio que lo represente, es un hombre que trabaja 20 horas al día, representando a una marca que según sondeos, lidera encuestas de intención de voto, además de la alta aprobación de AMLO en la ciudad capital; todo parece indicar que la batalla por Morelia va más allá de simplemente permanecer en la escena, sino que más bien será la defensa del novel grupo Bedollista, ante una (casi) inevitable unción de Raul Morón por el gobierno de Michoacán.
Sin embargo, este cálculo deja fuera de perspectiva al resto de actores que también están moviendo sus piezas, pues parecen marginar del planteamiento las aspiraciones del actual alcalde, Alfonso Martínez Alcázar, para contender por la gubernatura de Michoacán. Con más de 5 campañas constitucionales encima, el experimentado alcalde ha madurado política y personalmente, pareciendo haber aprendido lecciones de sus derrotas anteriores y con renovado ímpetu, luce imparable en sus propósitos, pues de llevarse la reelección, inmediatamente comienza su campaña por Michoacán. Su nivel de enfoque y determinación, parece romper la inercia y derriba el mito de “la marca” Morena, pues con el nivel de aprobación que goza, luce cómodo con la batalla planteada frente al ex secretario de gobierno. Sin embargo, ese exceso de confianza ya le ha jugado chueco en el pasado.
En resumen, no se trata del 24, sino del 27. La sucesión ya comenzó y aunque esto parece incomodar a algunos, es inevitable (o debería serlo) comenzar a pensar en la siguiente elección estatal. La mesa está servida, disfruten el banquete.