LIBRE EXPRESIÓN…
Por: Carlos Alberto Monge Montaño.
“Lo peor no es cometer un error, sino tratar de justificarlo en vez de aprovecharlo como aviso providencial de nuestra ligereza o ignorancia”. Santiago Ramón y Cajal (1852 – 1934) Médico español, premio Novel de Medicina en 1906.
La constante incompetencia de Andrés Manuel López Obrador como presidente de México, ha intentado justificarla con el presunto cuidado de la investidura presidencial.
Lo ha hecho ante los padres de niños con cáncer que exigen medicamentos, ante las madres buscadoras y mujeres que exigen justicia y que haya un mejor combate contra la violencia.
El que se autodenomina un “presidente humanista” prefiere defender a los criminales que hablar con los damnificados de la línea 12 del metro de la Ciudad de México.
El que presume de ser muy querido por los mexicanos, tiene miedo de ir a las zonas afectadas de Guerrero por el Huracán Otis, porque le pueden enviar provocadores que le mienten la madre.
Ni ex presidentes de tan lamentable memoria, como Enrique Peña Nieto, alcanzaron semejante nivel de ineptitud, ineficacia y falta de empatía, como el que ha evidenciado López Obrador.
Parece broma, pero es real. Así lo dijo el inquilino de Palacio Nacional: “no puedo exponerme, no es Andrés Manuel, si se tratara de Andrés Manuel, respondería yo como cuando estábamos en la escuela, como cuando estaba yo estudiando en Tepetitán, que había algo y decíamos: a la salida nos vemos. Pero no, soy el presidente de México, tengo que cuidar la investidura presidencial. No soy Andrés Manuel, soy el presidente y no puedo permitir que nadie me ningunee. O sea, prestarme, caer en una provocación, que eso es lo que quieren”.
Vale destacar que semejante declaración la hizo desde Culiacán, Sinaloa y luego de su sexta visita por Badiraguato.
Con su excusa, confirmó, además, que tras la ridícula payasada que montó, en la que se quedó atascado y convertido en un damnificado VIP en su intento por llegar a las zonas afectadas de Guerrero, únicamente ha regresado para una reunión en la zona naval de Acapulco, pero sin escuchar a la población o conocer personalmente el tamaño de las afectaciones.
López Obrador también ha dicho que sí visitó las zonas afectadas, pero no hay una sola evidencia; con lo que le gusta el espectáculo electorero y resulta que no hay fotos ni videos de sus presuntas visitas.
Ante semejante tragedia de ineptitud y pretextos, parecen una eternidad le restan 10 meses y 15 días que todavía le restan a López Obrador cobrando como presidente de México.
Con la esperanza de que haya una próxima vez… me despido, gracias.