LIBRE EXPRESIÓN…
Por: Carlos Alberto Monge Montaño.
“Los discursos que no conducen a alguna manera de acción más vale no pronunciarlos”. Thomas Carlyle (1795 – 1881) Filósofo, matemático y escritor escocés.
El asesinato de Hipólito Mora Chávez y tres de sus escoltas, prendió las alertas por la inseguridad que se padece en varias regiones de Michoacán, donde las Bases de Operaciones Interinstitucionales parecen servir de muy poco.
Se trata de un acontecimiento que no se puede menospreciar, para el que los discursos con justificaciones y repartiendo culpas al pasado, no sirven de nada.
Ha causado tal enojo e indignación, que rápido voces de cercanos a Mora Chávez, deslizaron la posibilidad de retomar las armas, en alusión a los días en que surgieron las autodefensas. No parece haber condiciones para que se repita la historia, pero no se puede descartar un incremento de enfrentamientos, emboscadas y asesinatos.
Además, Guadalupe Mora, hermano de Hipólito y el sacerdote Gregorio López Gerónimo radicado en Apatzingán, acusaron al gobierno de Alfredo Ramírez Bedolla de tener vínculos con el crimen organizado.
Semejantes hechos han posicionado nuevamente a Michoacán en el foco rojo de la inseguridad nacional y alcanzado el interés internacional. No es cosa menor, no se debe menospreciar y no basta el discurso comodino.
El gobernador Alfredo Ramírez Bedolla enfrenta un panorama complejo y en los últimos días ha cometido varios e importantes errores. No debe olvidar que todo comunica, en especial cuando eres el gobernador de la entidad.
Tras el artero asesinato del ex líder de autodefensas, Ramírez Bedolla respondió a periodistas en la ciudad de México con muecas de sonrisa en varios momentos. Recordó innecesariamente que Hipólito perdió contra él en la búsqueda de la gubernatura y justificó que le advirtieron que se quedara en Morelia.
Luego, acusó a sacerdotes de ser voceros del crimen organizado y los invitó a dejar la sotana para que hagan política. El problema es que no hay denuncias, su gobierno tampoco ha detenido a alguno por ser vocero de criminales. Olvida Alfredo Ramírez que es gobernador, no dirigente de partido político.
Es claro que respondió a las acusaciones del padre Goyo, pero también al obispo de Apatzingán, Cristóbal Ascencio García, quien había criticado el festejo de López Obrador a 5 años de ganar la presidencia, porque a su juicio, lo correcto era un día de luto ante las muertes violentas y desaparecidos que se registran por todo el territorio nacional.
Ramírez Bedolla debe serenarse. Es el gobernador de Michoacán, tiene una enorme responsabilidad y también una gran oportunidad para procurar unidad y desarrollo, en lugar de polarizar y acusar sin llevar sus palabras al terreno de los hechos.
Ojalá hayan sido errores motivados por nerviosismo o inmadurez y no manifestaciones de soberbia o imitación a López Obrador.
Por lo pronto, ya reculó con el obispo de Apatzingán e hizo bien, es una buena señal. Este miércoles se reunió con él y parece que firmaron la pipa de la paz.
En el comunicado oficial ya no hay acusaciones para el obispo Crescencio y parece que coincidieron en la crítica al padre Goyo, de quien señalan, está impedido por la Iglesia Católica para ejercer como sacerdote, desde el 2022.
Debe ser una semana de aprendizaje para Ramírez Bedolla. Otra buena señal sería que deje los discursos comodinos como cuando asegura que en Michoacán la seguridad está garantizada.
Con la esperanza de que haya una próxima vez… me despido, gracias.