Por: Miroslava Escobedo Leyva
Todos los días elegimos desde el primer minuto al despertar, decidimos que ropa usar, qué pendiente resolver, a donde ir, con quien sí y con quien no.
Tomar decisiones inevitablemente implica una consecuencia positiva o negativa, que determinará los siguientes pasos a seguir, elegir es renunciar, siempre mejor o peor, sólo el tiempo lo dirá.
Marco Aurelio enunciaba que siempre optáramos por el camino de la razón, y hacer lo correcto, en los tiempos presentes que difícil es saber discernir sobre ello, la conciencia se vuelve un obstáculo en vez de un referente.
Este domingo dos entidades federativas tienen el reto de elegir entre lo correcto y lo popular, las opciones, aunque limitadas e incluso desgastadas ponen en evidencia el panorama al que nos enfrentamos en los meses venideros, deseando poder elegir entre la mejor opción y no en la menos inconveniente.
La realidad es que nuestro país necesita no sólo de compromiso, responsabilidad, capacidad y buena voluntad, sino también de proyectos sólidos que abonen a resolver los problemas que nos aquejan como la corrupción y la impunidad.
La decisión basada entre quien es la o el menos corrupto para gobernar debe ser sustituida por quien tiene propuestas, nociones técnicas y materiales, y sobre todo convicción por mejorar.
Renunciemos a los malos políticos, a las malas prácticas, a los vicios del sistema y sobre todo elijamos concientes e informados.
