La Opción / Jorge Vílchez
El Partido de la Revolución Democrática podría estar viviendo la última etapa de su permanencia en el espectro político nacional y/o estatal.
A punto de cumplir 34 años de existencia, y surgido, al decir de sus fundadores, “como alternativa de Nación al autoritarismo del PRI”, el partido del sol azteca habría culminado ya un ciclo en la historia política contemporánea de México.
Y es que, sin duda alguna, con la fundación que hiciera el hoy presidente Andrés Manuel López Obrador del autodenominado izquierdista Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), comenzó, al mismo tiempo, una suerte de caída estrepitosa de la estructura y el enorme potencial electoral de dicho organismo partidista.
Y aunque es cierto que no pudo arribar al poder presidencial ni con Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano ni con Andrés Manuel López Obrador, también lo es que gobernó en varios estados de la República Mexicana, incluyendo Michoacán y la Ciudad de México.
Hoy, cuando aún no cesa la desbandada de sus militantes y ex dirigentes, ya sea porque éstos le apuestan al interés personal o colectivo en otra trinchera, y que ya perdió el registro local en por lo menos 15 estados de la República Mexicana o que es mínima su presencia en el Poder Legislativo federal, el panorama de una sobrevivencia del partido del sol azteca no es alentador.
Los intentos de sus dirigentes estatales o nacionales por permanecer en el juego político, -el último fue el querer mantener el poder estatal en Michoacán-, cada vez resultan vanos, más aún porque enfrente persiste una intensa campaña de cooptar a sus simpatizantes y militantes.
Así, y por lo pronto, no se vislumbra un futuro prometedor para este organismo partidista que una vez fue considerado como la tercera fuerza política más importante en México, salvo que sus dirigentes ya lo prefieran solo como simple membrete o como un partido político testimonial.