Por Teresa Da Cunha Lopes
En el siglo XXI, el petróleo ya no otorga, ni es sinónimo, de la soberanía tal como solía hacerlo en el pasado. En el pasado, me refiero al siglo XX, el petróleo era un recurso extremadamente valioso y codiciado que podía otorgar a los países productores un enorme poder económico y político. Inclusive un poder de»chantaje» geoeconómico, como lo observamos con la OPEC, en particular post 1973 ( guerra de Yom Kippur) hasta la segunda guerra de Irak. Sin embargo, en la actualidad, la situación ha cambiado debido a varios factores.
En primer lugar, la demanda de petróleo ha disminuido debido a la creciente conciencia sobre los efectos negativos del uso de combustibles fósiles en el medio ambiente. Muchos países están implementando políticas y estrategias para reducir su dependencia del petróleo y fomentar el uso de energías renovables.
En segundo lugar, la producción de energia se ha diversificado en muchas partes del mundo ( ver la importancia creciente del gas natural) , lo que significa que los países que solían ser únicos productores (importantes) de petróleo ya no tienen tanto control sobre los precios, porque ya no controlan la oferta energética.
Además, el auge de la tecnología ha llevado a la creación de nuevas fuentes de energía, lo que ha reducido, aún más , la importancia del petróleo en la economía global.
Por ejemplo, la energía solar y la energía eólica se están convirtiendo en alternativas más viables y sostenibles para la generación de energía.
En consecuencia de lo anterior, aunque el petróleo sigue siendo una fuente de riqueza y poder en algunos países, ya no otorga la misma cantidad de soberanía que en el pasado. O sea, la ecuación petróleo=soberania es nitidamente, una ecuación que no funciona en el siglo XXI. Los países que dependen en gran medida del petróleo están obligados a diversificar su economía y buscar nuevas fuentes de ingresos para asegurar su futuro a largo plazo. De lo contrario, se transformarán en irrelevantes en las próximas décadas.