Por: Marco Tavira
The Whale/ Darren Aronofsky
Estados Unidos. 2022.
Adaptada de una obra teatral, The Whale —La ballena— fue filmada después de diez años de preparación, en los cuales el impecable director Darren Aronofsky buscó al actor idóneo para protagonizarla. Tarea nada fácil, si tomamos en cuenta las características físicas del personaje principal, Charlie un solitario profesor de Inglés, que padece entre otras, una brutal adicción a la comida y una obesidad mórbida que lo está matando.
Y vaya que encontró no solo al actor perfecto para darle vida —magistralmente —sino que lo rescató de un autoexilio involuntario; hablamos del popular actor de los años ochentas Brendan Fraser, recordado por películas taquilleras como George de la Selva y La momia.
No sabemos los motivos por los que Aronfosky lo eligió —porque Fraser nunca tuvo la oportunidad de ser reconocido como un actor serio, sí fue un galán de cine, una estrella taquillera y su carrera ascendió tan alto de la misma manera que cayó en picada- pero fue una decisión atinada que hoy por hoy soporta el éxito artístico, de crítica y de público de The Whale.
Independientemente de la buena manufactura de esta película, que toma la delantera entre las mejores obras de Aronfosky; Brendan Fraser es su alma, y nos regala para la posteridad un performance del más alto nivel. Una cátedra de lo que es una creación actoral —Por algo ha ganado casi todos los premios de la temporada, y prácticamente tiene asegurado el Oscar— las miradas con las que expresa sus sentimientos y emociones, sus silencios, la modulación de su voz y el trabajo físico, apoyado por un impecable maquillaje y efectos visuales, lo hacen insuperable. Un personaje perfectamente construído que nos olvidamos por completo de Brendan Fraser y nos centramos en Charlie, el protagonista de La ballena: un hombre entrañable, adorable y conmovedor a pesar de sus defectos, sus errores, y acciones terribles que han dañado y destruído a la gente que lo ama, y que, como castigo, él mismo, ha decidido autodestruírse también, de una manera dolorosa a muerte.
The Whale es un drama sobre la autodestrucción y la redención. Los personajes cercanos a Charlie, destruídos también, buscan respuestas; una explicación satisfactoria del por qué de sus acciones que les causaron tanto sufrimiento. En conjunto los cuatro personajes principales nos ofrecen un cóctel de sentimientos, reacciones, y de una intensa carga emocional que nos mantienen en vilo durante toda la película.
Cabe destacar el trabajo de los demás actores, desde Hong Chau (Liz) la amiga del protagonista, que funge como su enfermera, pero también como su guía y carcelera y, que a mitad de la película nos sorprende al revelar el papel que juega en la vida de Charlie, hasta el magnífico trabajo de Sadie Sink (Ellie) como la hija de Charlie que lo busca en su afán desesperado de hacerle pagar el hecho de haberle abandonado a los ocho años, pasando por su ex esposa, interpretada por Samantha Morton y el mesurado trabajo de Ty Simpkins (Thomas) como el misterioso joven que aparece en su vida para ayudarle a encontrar la salvación divina.
Es una película honesta, triste e intensa; la acción transcurre prácticamente en el departamento del profesor de Inglés, con poco espacio, con tomas cerradas que hacen más impactante la conmovedora situación física y la condición emocional de Charlie.
Las adicciones destruyen y el director plasma esta premisa en la sencilla historia de un profesor de Inglés con obesidad mórbida, que intenta reconectar con su hija adolecente , ocho años después de haberla abandonado con su ex esposa. Los motivos por los que abandona a su familia son muy polémicos, pero sería más emocionante para el público que los descubran por sí mismos a medida que se desarrolla la trama.
Recomendable.
****