Por: Miroslava Escobedo Leyva
Las mujeres pertenecen a todos los lugares donde se toman decisiones, la llegada a estos espacios es una victoria, en México pasó más de un siglo para que una mujer ganara la Presidencia de la Suprema Corte de Justicia de la Nación.
Hoy el máximo tribunal del país se encuentra bajo la guardia de una digna mujer, la Ministra Norma Piña, ella representa la valentía con la que miles de mujeres han desafiado los obstáculos impuestos en la sociedad y en los poderes públicos con el fin de defender una causa y participar activamente en la toma de decisiones.
El Poder Judicial es un órgano fundamental para la construcción de una sociedad más justa e igualitaria, y sin violencia. La llegada de la Ministra abre la puerta a una mayor promoción, protección y garantía de los derechos humanos, y a la discusión de temas trascendentales que mejoren las condiciones de vida de las y los mexicanos.
El diálogo entre los poderes públicos será clave para que el trabajo realizado por la Suprema Corte se materialice; la diversidad de criterios es necesaria e inevitable, pero el diálogo entre poderes por un bien mayor es pilar para la democracia y la mejora de nuestro país.
Una mujer preside la Corte, celebrémoslo a lo grande y a lo alto, llegar fue el primer paso, cambiar la situación desigual es el siguiente, la dignidad se construye día a día, existe una deuda histórica y está debe ser saldada.
En la medida que las mujeres alcancemos el poder, las barreras caerán; en la medida que la sociedad vea lo que las mujeres podemos hacer, habrá más mujeres afuera haciendo cosas; en la medida que las mujeres alcancen su máximo potencial, todas y todos estaremos mejor.