El presidente sin nombre

Por Bryan LeBarón

Somos uno de los países más singulares del mundo. Claramente nos podemos diferenciar de la orquesta de las naciones porque nuestro presidente, por decisión propia, decidió quitarse el nombre. Fue en una de sus giras que se le hizo buen detalle comprometer su nombre si es que no se cumplía una promesa, la de abastecer de medicamentos los sistemas de salud.

En noviembre de 2021, desde Zacatecas, anunció que sostendría una reunión con su gabinete para resolver el problema del desabasto de medicamentos y adelantó que se garantizaría que los medicamentos llegarán a los pueblos más apartados -o me dejo de llamar Andrés Manuel- aseguró.

Lamentablemente, los medicamentos no llegan ni a pueblos lejanos ni a cercanos y hoy muchos niños víctimas del cáncer están pagando las consecuencias. Esto está totalmente documentado, y más allá, los padres de estos niños han tenido que recurrir a organismos internacionales para ejercer presión, y es que lo único que quieren es que sus hijos tengan salud para tratar de hacer su viuda normal y los principales interesados deberían ser el gobierno.

En este sentido, quiero recordar que Luis Fernando Reyes Guzmán, junto con más madres y padres de niños con Cáncer, solicitaron a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos que dicte a México medidas cautelares para que el gobierno se obligue a garantizar, después de 4 años donde ha habido cientos de víctimas, el abasto de tratamientos para estos niños en todo el país. 

Luis Fernando quien es representante de la Asociación Civil Movimiento por la Salud y la Integridad Social, ha señalado que la Comisión Interamericana les ha contestado que se encuentra estudiando la problemática, y tiene la esperanza que con las voces correctas este problema no se minimice y por fin, lleguen los medicamentos a todos los niños.

Luis recuerda que “nos han prometido con palabras, han firmado acuerdos y han jurado que habrá medicinas, pero todos los días siguen muriendo niños por falta de tratamientos… nuestros hijos han sido re victimizados, nos han amenazados, intimidados, se han iniciado procesos penales en nuestra contra y hemos sido estigmatizados por luchar por la vida de nuestros hijos”.

En México, lamentablemente, la esperanza de vida de un menor que padece cáncer es de 57%, mientras que en países de la OCDE, con economías similares la esperanza de vida es de 80%. Esto no puede estar ocurriendo en un país que busque garantizar la vida y salud de su población.

Aquí entra un problema igual de grave porque al parecer, se vuelve un obstáculo interno para el presidente, ya que si bien él decidió quedarse sin nombre, a quienes se lo reafirmó es a los “opositores” a los “conservadores” que son todos los que le exhiben fallas en su gobierno y actuación.

Por ello, los padres de niños con cáncer no han sido la excepción. Son etiquetados como golpeadores o desestabilizadores, cuando lo único que quieren es salvar la vida de sus hijos, y aquí viene la gran pregunta: si fuera el caso de cualquiera de nosotros, si viéramos a nuestros hijos postrados, ¿no haríamos hasta lo inimaginable por verlos sanos? La respuesta es obvia. Pero mientras conocemos el nuevo nombre del presidente, sigamos luchando junto a los niños que merecen vivir.

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