Babylon,  ¡Un regalo de 100 millones de dólares destinado al culto!

Por: Marco Tavira

Damien Chazelle 

Estados Unidos. 2022.

Babylon llegó a la pantalla grande y de inmediato se abrió paso para tomar la delantera en la fila de lo mejor del cine de 2022.

Un regalo de más de 100 millones de dólares para los amantes del llamado séptimo arte: una obra épica repleta de excesos y excelencia.

La producción, la dirección de arte, la cinemagrafía (fotografía), el diseño de sonido, la partitura musical, y el vestuario son espectaculares e impresionantes. Las actuaciones más que sobresalientes, son destacadas y dignas de reconocimiento; el protagonista, Diego Calva, es una grata sorpresa y motivo de orgullo para nuestro.

país, pues se trata del debut de este joven actor mexicano que se roba cada escena y le habla de tú a tú a estrellas de la talla de Brad Pitt,  Margot Robbie y Tobey Maguire, que están dejando la piel en esta épica producción cinematográfica. Robbie está insuperable con su papel de Nellie LaRoy, aunque no obtuvo la nominación al Oscar como mejor actriz es maravillosa, mientras que Brad Pitt nos ofrece un excelente trabajo interpretando a Jack Conrad una estrella del cine mudo, y finalmente Tobey Maguire que además de ser productor de la película, nos brinda una escalofriante personificación como James McKay, un líder de la mafia que está conectado con las grandes estrellas de Hollywood.

Ahora, la historia de Babylon nos ubica en los años 20, y recrea de una manera escatológica, y no como un homenaje.

Amoroso al cine; la transición de la época silente a la del sonido. Retratando la era donde nacía una gigantesca y poderosa industria dedicada a la producción cinematográfica, la cuál era —y sigue siendo— controlada por un selecto grupo que toma las decisiones, utiliza a estrellas, actores, directores, músicos, sonidistas, fotógrafos, etc., los encumbra, los empodera, los hace tocar la gloria, pero en cuento aparece el siguiente grupo de gente talentosa, los desecha y y si es posible los hace bajar al mismo infierno, consecuencia de sus actos y excesos, o destinarlos al olvido del público una vez que consiguió lo que quería de ellos.

Pero Damien Chazelle va más allá y con excesos inimaginables —no por nada le otorgaron a su filme la clasificación C— nos ofrece una orgía visual, literalmente,  pocas veces vista en una producción de ese nivel, por su presupuesto y por todo el talento involucrado en ella.

Chazelle, o es muy valiente o muy irreverente al mostrar esa alucinante visión de aquel  Hollywood de los años 20, que sabemos no ha cambiado en la actualidad.

¡Y vaya que exhibe la podredumbre Hollywoodense!, pero además  lo hace de una manera gráfica y detallada; en su película convergen codicia, lujuria, ira, violencia, y traición, como en los círculos del infierno de Dante.

La cámara de Damien Chazelle se mueve vertiginosa y pasa de un set a otro con un ritmo frenético y alucinante. 

Es una puesta en escena majestuosa que en menos de una hora nos presenta a los protagonistas y nos hace amarlos, pero de 

igual manera nos hace conscientes en todo momento que ese encumbramiento, fama, éxito y poder va a terminar en cualquier momento y no de una forma amable:

La bella joven de origen humilde, que lleva a sus espaldas como lastre un drama familiar y aunque segura de sus aspiraciones y sueños de convertirse en una estrella del cine mudo, enfrenta a una industria que toma y desecha a las personas de acuerdo a sus intereses, llena de vicios, drogadicta y ansiosa, alcanza la gloria, pero su descenso al fracaso se dará en caída libre. El galán del cine mudo Jack Conrad, un tipo guapo, mujeriego, y alcohólico, que en el tránsito hacia el cine sonoro no encuentra su sitio y va en picada a un estrepitoso fracaso que marcará un doloroso final en su carrera, y finalmente el joven mexicano que representa el consabido sueño americano, que con tesón, pasión y con desbordante energía se abre paso y destaca en una industria que se dice incluyente -hipocresía-.

En la frenética y alucinante secuencia inicial de Babylon encontramos una referencia que nos ha dejado nerviosos y asombrados: el parecido físico del personaje que en la película es el productor y dueño del estudio que organiza las fiestas y las orgías, con el monstruoso director Hervey Weinstein, creador de Miramax y The Weinstein Company, actualmente cumpliendo una condena de 23 años en prisión por violación y agresión sexual.

Por si fuera poco, nuestro director exhibe además la explotación a la que eran sometidos técnicos, extras, y staff de las 

producciones de cine de la época,  incluso ironiza sobre las muertes accidentales en los sets por algún error humano o por el exceso de horas de trabajo. 

Definitivamente es válido que un director realice una obra denunciando o exhibiendo los vicios, abusos y demás inmundicia en una industria que se sabe, efectivamente, los comete, por ese motivo es de extrañarse que Hollywood haya otorgado un presupuesto de más de cien millones de dólares al director para la realización de esta película. 

¡100 millones para realizar una crítica mordaz a la industria que le da trabajo!

Pero el resultado final de su obra nos ha fascinado, aunque no a todos, quizás por eso Babylon resultó un estrepitoso fracaso en la taquilla de Estados Unidos,  aunque 

aún falta tomar en cuenta la recaudación en muchos otros países, incluído México. 

Pero si fuese también un fracaso de taquilla en los demás países, creemos firmemente, en este caso, que el éxito financiero es relativo, porque el éxito artístico de Babylon es contundente. 

Esta obra se encuentra en un camino encumbrado, pero veloz, como su epílogo lo deja establecido en los últimos minutos del metraje de poco mas de 190 minutos; al culto. 

Babylon se convertirá en una  película de culto.

Al tiempo. 

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