Por: Bryan LeBarón
Hay un video circulando en redes sociales donde tres niños juegan a que montan un retén, uno de ellos se ve que le pregunta algo al conductor y después de la respuesta sobre su destino, le dan “permiso” para que continúe con su camino.
Estos niños cargaban armas de juguetes, y con el rostro tapado le dicen al conductor: “pásele, pásele”; estaban jugando a ser parte del crimen organizado, imitaban los cada vez más frecuentes retenes que hay en las poblaciones y caminos de todo el país.
Sin saberlo jugaban a imitar a quienes cercenan su futuro todos los días. A quienes defienden sólo sus intereses sin importar a quienes arrastren en el camino. Lo más preocupante es que esos niños tienen la imagen de los sicarios como ejemplo a seguir, como una inspiración para poder escalar en la vida.
Esta falsa concepción viene por muchos factores; sociales, como la falsa idea de que estando en un grupo criminal podrían tener lujos, una buena vida, muy diferente a la que se enfrentaban a diario, aunque murieran pronto podrían dejar un legado, lo cual es falso tomando en cuenta que por unos cuantos pesos ponen a niños de halcones arriesgando sus vidas.
Pero otro factor es el olvido institucional que sufren por parte del gobierno. Hay cifras que nos dicen que de enero a septiembre de 2022, 1,928 menores de edad fueron víctima de homicidio, de acuerdo con cifras de incidencia delictiva del fuero común 2015-2022 que publica el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP).
Hablamos de un incremento de 5.4%, con respecto a la cantidad registrada durante los mismos meses de 2021 (1,829). Durante la administración federal del Presidente López Obrador (de enero de 2019 a septiembre de 2022) se han registrado 9,213 homicidios de menores de edad, en México, o el equivalente a 6.7 homicidios de niñas, niños y adolescentes al día.
Otra muestra es que, de acuerdo a las cifras de incidencia delictiva del fuero común, que publicó el SESNSP al corte de agosto de 2022, 468 niñas, niños y adolescentes en México han sido víctima de “tráfico de menores” de enero de 2015 a agosto de 2022. Hablamos de los criminales atentando en todo momento contra el desarrollo de la infancia.
Pero la indiferencia o falta de sensibilidad también la apodemos ver en algo tan básico como la forma en que se cuida la vida de los niños. No tenemos cifras exactas por la opacidad con que se maneja el asunto, pero es una realidad que cientos de niños mueren por no recibir su tratamiento contra el cáncer.
De acuerdo a la UNAM, en México se presentan cerca de 2 mil muertes al año por cáncer infantil, lo que representa que cada cuatro horas se estima el fallecimiento de un niño con esta enfermedad y el diagnóstico e iniciación tardía o suspensión del tratamiento pueden representar toda la diferencia entre vivir o morir.
Apenas hace ayer, Luis Fernando Reyes Guzmán, representante de la Asociación Civil Movimiento por la Salud y la Integridad Social, junto con medio centenar de padres de niños con Cáncer, solicitaron a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos que dicte a México medidas cautelares para que el gobierno se obligue a garantizar, después de 4 años de administración y miles de víctimas, el abasto de tratamientos oncológicos infantiles en todo el país.
Ejemplo hay muchos de la orfandad institucional que viven los niños, sobre todo en lugares apartados, por ejemplo, los niños de nuestra familia que fueron masacrados en Bavispe, Sonora, en 2019.
Pero cada año nos trae una oportunidad de renovación y de encontrarnos como país. Yo le pediría al gobierno dejar de empeñar nuestro futuro, y que uno de sus propósitos sea cuidar a todas las niñas y niños del país, es un reto que vale la pena afrontar y que nos involucra a todos.