Por Teresa Da Cunha Lopes
Muchos se «sorprenden» con el hackeo a Sedena. Yo pienso que era inevitable y mucho se habían tardado.
El Estado mexicano lleva años jugando con el fuego y, siendo omiso en la identificación de áreas de riesgo y postergando la implementación de una verdadera política nacional de ciberseguridad.
Esta última ,no se puede limitar al uso de un servidor más «nice» ni tampoco, solamente, pasar de Microsoft a Oracle . La cuestión es mucho más compleja y va mucho más allá.
La información y las estructuras que soportan la S.I.C. son un activo vital de la Nación y su seguridad es imprescindible.
Una primera medida para llegar a su concretización pasa por el reconocimiento y la identificación de la infraestructura crítica nacional y, por la tipificación de los delitos contra esta. Una segunda, pasa por la puesta en marcha de los protocolos a accionar para cada uno de los posibles escenarios. La tercera por legislar para que
la información y las estructuras que soportan la S.I.C. sean jurisdificadas como un activo vital de la Nación y su seguridad elevada al rango de prioridad.
Resumiendo, necesitamos de iniciativas legislativas, de protocolos técnicos y, de una cultura de ciberseguridad que permitan fortalecer la seguridad cibernética nacional y asegurarse de que los ciudadanos, las instituciones y las empresas tengan acceso a soluciones innovadoras en materia de seguridad de la infraestructura crítica interna.
Estos retos se podrían abordar reforzando las capacidades cibernéticas en lo militar, mediante capacidades mayores y más eficaces en el área de prevención y respuesta a ataques de cuarta generación, y en lo político como un formato en el que los órganos civiles estén preparados para integrar protocolos comunes con el aparato militar.
En consecuencia, necesitamos de un marco estratégico general (y no sectorial) para las iniciativas nacionales sobre ciberseguridad y ciberdelincuencia. Ojalá que se retiren las lecciones necesarias del hackeo a SEDENA para, finalmente, hacer lo que durante décadas se omitió y que no es ni un lujo político ni un.gasto presupuestal absurdo , sino que es un imperativo de sobrevivência de la Nación en la Era Digital.