Por Araceli Saucedo
La pobreza, la falta de oportunidades laborales o académicas para los niños y jóvenes son algunos de los motivos que los convierten en recursos humanos y candidatos para sumarse a las filas de la delincuencia, y sin duda, esas causas deben atenderse de manera conjunta entre los tres ordenes de gobierno, los organismos autónomos y la sociedad civil.
En las ciudades, los pueblos o en las comunidades desafortunadamente se pueden encontrar niños violentados o abusados, mujeres violentadas por sus cónyuges o sus parejas, mujeres desaparecidas o víctimas de feminicidios, incluso en la vida pública los jóvenes son excluidos de la política o las mujeres son víctimas de violencia política por razones de género.
Es lamentable que niños y adolescentes crezcan en medio de actos violentos, los cuales en cierta medida se han normalizando, y tristemente las redes sociales ayudan a su difusión.
Resulta necesario e impostergable que se establezcan estrategias de comunicación, educación y atención familiar para que los niños y adolescentes sean formados con afecto , deben encontrarse alejados de ambientes violentos; para ellos lo normal no debe ser la violencia, debe ser el cariño, la familia, la amistad, la escuela y en su momento el trabajo honesto y legal.
Es deseable que todos encontremos afecto y amor; yo también soy de las que cree que la violencia genera más violencia, en consecuencia además de atacar la pobreza, la desigualdad o la falta de oportunidades, una tarea fundamental de todas y todos es generar afecto en nuestros círculos sociales y para toda la gente, en especial para los niños y jóvenes, con ello abonar un poco de esta manera a combatir la violencia en Michoacán.