Seguramente las primeras noticias que recibimos de Jesús nos llegaron a través de una expresión artística: una pintura, un libro, una escultura, una puesta en escena, un filme, una canción. En fín, tantas producciones artísticas de la vida de Jesús, el hombre más representado en el arte.
Hay algunas piezas artísticas que con el paso de los años se van consagrando como auténticos pórticos donde Jesús se asoma. Pensemos, inmediatamente, en el Cristo Crucificado de Diego Velázquez que, con una parte de la cabellera cubriéndole medio rostro, nos muestra a un Cristo bien muerto; en la trilogía literaria, “Jesús de Nazaret”, de Joseph Ratzinger, donde se muestra la vida completa de Jesús, hasta donde es posible hacerlo; en el gran cosmos que ha producido el mundo oriental con millones de iconos distribuidos en la historia y en la geografía, y que con destellos dorados invitan a la oración; en el musical “Cristo, súper estrella”, que con sus notas altas y bajas manda un mensaje crítico con mucho de lo que fue Jesús; o en las saetas que el viernes santo los poetas lanzan a la Dolorosa desde un balcón de México o de España. La lista es muy larga y la Semana Santa no nos bastaría para hacer el elenco de todo lo que es Cristo en el arte.
El martes se estrenó en el teatro Matamoros de la ciudad de Morelia, una ópera sobre la pasión, muerte y resurrección de Jesús, titulada “El caminante de Nazaret”, compuesta por el dominicano Rafael Danilo Grullón (1935-2016), quien fue un importante personaje proveniente del cristianismo protestante de su país. La ópera estuvo ejecutada por la Orquesta Filarmónica Tzintzuni y más de 30 cantantes que con sus voces y demás expresiones corporales dieron vida a la Pascua de Jesús. Cinco actos con los cuales se dio la oportunidad de que el público se sumergiera en el Evangelio. Para este estreno, la mayoría de los asistentes nos dimos cita en dicho recinto motivados porque el estreno sería “con causa”, pues parte de los fondos serían donados para abrir las puertas de una casa de caridad en la comunidad de Tzintzuntzan, Michoacán.
No es habitual entrar a la vida de Jesús a través del pórtico de una ópera y menos si ésta es latinoamericana, con sones y otros movimientos musicales propios del Caribe, pues estamos más habituados al concierto sobre Jesús o al teatro sobre Él; por ello parecía que no todo encajaba con nuestros moldes: el Cristo, representado por un tenor con una clásica barriga y otros personajes que cantaban y expresaban pero no exactamente actuaban. Esta vez se trataba de una ópera.
La Semana Santa es un escenario completo y diversísimo donde se muestran diferentes producciones artísticas que permiten que los pobres, los indiferentes, los de sólo misa cada domingo, los incrédulos e incluso nuestros grandes críticos, se acerquen a la Sagrada Escritura, pues en la Liturgia, en las procesiones, en los viacrucis teatralizados, en las canciones religiosas, en incluso en la comida, se asoman varias páginas del Evangelio. Se trata de una gran semana de constantes catequesis que llegan a la tierra de millones de corazones y en muchos de ellos dan frutos abundantes.
Qué vivan las representaciones artísticas sobre Jesús, pórticos que nos acercan al misterio de Dios.
P. Francisco Armando Gómez Ruiz