Por Bryan LeBarón
Si hablamos de conflictos bélicos en el mundo, lo que imaginamos son calles invadidas por militares, ciudades destrozadas, casas incendiadas, personas atrincheradas intentando sobrevivir, muertos por las calles, y esa desesperación por no querer vivir en el terror.
Ese mundo que a veces imaginamos muy lejano, hoy se puede encontrar muy fácilmente en nuestro país; hay muchas evidencias y todo parece indicar que estos conflictos habrán de recrudecerse, en lugar de disminuir.
Pero tal vez es el temor a no querer ver una realidad que duele y nos lastima, el que no nos ha permitido llamar con todas sus letras lo que ocurre en México, y es que estamos en guerra, y todos los días existen más evidencias.
El caso más reciente sucedió en Michoacán, donde un comando armado asesinó a 20 personas que se encontraban en un palenque del municipio de Zinapécuaro. Así tal cual, la vida se escapa cuando menos te lo imaginas. No quiero entrar en debates sobre quiénes eran, lo importante es que 20 mexicanos fueron abatidos, dejando familias y hogares incompletos.
Estos 20 son parte de los aproximadamente 100 mexicanos que mueren todos los días por la violencia desmedida e incontrolable. Sólo para dimensionar la situación en la que estamos inmersos, en Ucrania, del 24 de febrero al 28 de marzo de este año, se reporta el asesinato de 1,119 civiles, o sea 32 por día, en México esa cifra es de casi 100 por día, sólo en 2021, hubo 33,308 asesinatos.
Una imagen clásica de los países en guerra, es ver familias completas queriendo ponerse a salvo y saliendo de sus comunidades, emigrando forzosamente, pues en México, sólo en 2021, 43 mil personas salieron de sus comunidades por el miedo a ser víctimas de crimen, por poner a salvo a sus hijos, y así abandonaban tierras, raíces, y el patrimonio duramente labrado.
Otro síntoma de la guerra es la violación sistemática de los derechos humanos, no hay ni orden ni leyes. Pues en México lo que impone la ley es la fuerza y el miedo de los grupos criminales, y bajo esta premisa, en el año pasado hubieron 4.7 millones de extorsiones, y lo más grave es que sólo una de cada 10 se denuncia, así que la cifra real debe ser estratosférica.
En la guerra hay bandos identificados, pero en el país, existen muchos, que se hacen casi invisibles, nadie sabe a ciencia cierta quien es el enemigo, sólo de repente ya sufrimos las peores muestras de su existencia.
Finalmente ocurre otra cuestión que me parece muy grave, como en la guerra, llega un momento en que se normaliza la violencia, donde se hace cotidiano saber de nuevos casos de homicidios, y se pierde la capacidad de asombro, lamentablemente creo que estamos acercándonos a ese punto donde la guerra se manifiesta en las calles, y no queremos verla.
Lo seguro que podemos afirmar es que en esta guerra, los buenos no van ganando.