Recuerdos de Reportero/ Leovigildo González
Hoy escribo desde la nostalgia e impotencia, entre la zozobra e incertidumbre, ahí donde muchos periodistas están diariamente, con el miedo de que las letras no sean del agrado de alguien y tengan consecuencias funestas.
Hoy Armando Linares, periodista de Zitácuaro, es una cifra más de la impunidad que azota al país, y en pocos días será también parte del olvido de una sociedad.
Duele la situación, duele la ignominia que desde las cúpulas del poder se hace contra el periodismo, esa vocación que es incómoda para muchos.
Van ocho periodistas asesinados en tan solo tres meses, es una cifra por demás preocupante, pero es el reflejo claro de la poca importancia que tiene hacer periodismo en esta país que aún se presume ser democrático.
«Nos están matando» reza en las pancartas de periodistas que se manifestaron en el Congreso de Michoacán, y es la verdad, hay una embestida en contra uno de los oficios que debe ser contrapeso del poder.
Hoy también escribo por los desaparecidos, aún recuerdo la voz de María Esther Aguilar Cansimbe, éramos compañeros en Cambio de Michoacán, mujer aguerrida, hoy, una cifra más de periodistas desaparecidos, su voz la dejé de escuchar el 11 de noviembre del 2009.
Tampoco me voy a olvidar de Ramón Ángeles Zalpa, un periodista formado en la Meseta Purépecha, sus letras dejaron de escribirse el 6 de abril del 2010, también fuimos compañeros en Cambio de Michoacán, no se sabe nada de él desde hace 12 años.
La lista es larga, la nostalgia aún más, son personas que ya no regresaron a su hogar, que dejaron huérfanos, pero sobretodo un vacío que exhibe la impunidad.