Por Bryan LeBarón
Dicen que la justicia debería ser ciega, sin algún tipo de privilegio cuando una persona es juzgada. Así lo marca la ley, y en papel, se escucha bastante congruente; sin embargo, en nuestro país, la aplicación de la ley, debe pasar por el criterio personal de jueces, magistrados, ministerios públicos, por la policía, y en el caso más grave, del Fiscal General de la República.
Ante nosotros está ocurriendo un caso que estoy seguro, será histórico, que las generaciones venideras habrán de estudiar a fondo, y si tenemos suerte, jamás se volvería a repetir.
Hace unos días se filtró el audio del Fiscal General de la República, hablando con su subalterno sobre un proyecto de la Suprema Corte, éste no venía tal y como lo quería Gertz Manero, por lo cual demostraba su desacuerdo.
Este episodio es por más conocido, y de él se desprenden muchas interrogantes, como la procedencia del documento en poder del Fiscal, o el espionaje telefónico, y otras más variables, pero lo preocupante del caso es que se trataba de un asunto familiar, y hasta el momento, parece más una venganza.
Hay gente con tanto poder en este país que decide el destino de sus enemigos, puede ser la muerte o la cárcel, y mientras, el ciudadano no tiene más alternativa que ver pasar las cosas, esperando que no caigamos en las ansias de revanchismo de estas personas.
En este caso la afectada es Alejandra Cuevas, quien vivía en la misma casa, con el hermano del Fiscal, ya que era pareja de su madre. El hermano fue cuidado como si fuera familia de sangre en las últimas etapas de su vida, cuando la gente necesita de un cuidado sensible y fraterno, además de atención médica. Antes de fallecer fue llevado por su hermano.
Después de este hecho, el hoy fiscal consideró que Alejandra había tenido una responsabilidad, tesis descartada en su momento… hasta que llegó a la titularidad de la Fiscalía.
Se reabrió el caso y Alejandra lleva más de 500 días en prisión, y todos y cada uno de estos días, sus tres hijos y familia, han luchado por liberarla, lo cual es digno de reconocimiento y nos debería provocar la indignación de todos los mexicanos.
Pero lo que sucedió en estos días es intolerable. Se daría un proyecto en la Suprema Corte que ayudaría a la liberación de Alejandra, pero ese proyecto llegó a las manos del Fiscal, y fue regresada por mayoría por los ministros. Argumentan la necesidad de revisar a profundidad.
No son pocas las evidencias que se han vertido en medios de corrupción del fiscal, pero el presidente López Obrador mete las manos al fuego por él; así que sin duda, es el hombre con más poder en este país, pero ese poder no es del que construye, es del que destruye y divide familias.
Pero aún se puede rectificar, aún viene un segundo capítulo de la historia y todos los implicados tienen la oportunidad de hacer bien las cosas, para no permitir que la historia los juzgue tan severamente.
Este caso será digno de estudio, esperemos los jueces, decidan tomar las riendas, mejor dicho, recuperarlas.