Por: Insight Crime
En ausencia de los cuerpos, no hay certeza sobre el número exacto de personas ejecutadas en pleno día en un funeral en el estado de Michoacán, oeste de México, pero episodios de violencia extrema como ese contribuyen al desplazamiento forzado masivo en la región.
El video de los dolientes alineados contra una pared antes de ser fusilados en una ráfaga de balas sacudió al país y ha sido objeto de mucha especulación, en especial por la demora de la policía en llegar a la escena del crimen en el municipio de San José de Gracia, hasta pasadas cinco horas del hecho. Para entonces los sicarios se habían llevado los cadáveres del lugar y habían limpiado la sangre de la calle y los muros, según el Fiscal General del estado de Michoacán Adrián Solís López.
Mediante un comunicado oficial, el Gobierno afirmó que las muertes respondían a un conflicto violento entre Alejandro, alias “El Pelón” y Abel, alias “El Toro”, ambos miembros del Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG).
Ambos tenían un escabroso prontuario de asociación con múltiples organizaciones criminales, y supuestamente se pelearon durante varios años, hasta que Abel prohibió a su antiguo amigo la entrada a San José de Gracia. Según los medios locales, Alejandro había pedido “permiso” para regresar a su ciudad natal para el funeral de su madre, cuando ocurrió la masacre.
Esta es apenas una muestra más de la violencia extrema que ha obligado a huir a miles de habitantes de Michoacán en los últimos años. El estado es un patrimonio criminal codiciado porque abarca varias rutas de tráfico de estupefacientes, en especial drogas sintéticas, además del cultivo de amapola para la elaboración de heroína, tala ilegal y el control creciente de la lucrativa industria de aguacate.
La guerra resultante entre el CJNG y otros grupos con arraigo local, como Cárteles Unidos ha degenerado en actos de violencia que han convulsionado al país.
En 2021, Michoacán fue el tercer estado más violento del país, con un registro de por lo menos 2.732 homicidios, según datos del Gobierno. Luego de años de esas condiciones, Michoacán se ha convertido en uno de los focos de la crisis de desplazamiento forzado que vive México. Entre 2010 y 2021, se han registrado más de 400 mil personas desplazadas de sus hogares en Michoacán, según información de los medios mexicanos.
ANÁLISIS DE INSIGHT CRIME
Muchas veces se dejan de lado los desplazamientos forzados en México, un fenómeno opacado por la oleada incesante de denuncias sangrientas, como masacres en funerales y bodas, o cuerpos colgados de puentes. Pero en estados como Michoacán, no tiene precedentes el número de mexicanos que abandonan sus hogares para huir del terror en el que viven inmersos.
En 2021, el total de desplazamientos forzados en México registró un aumento impactante de 360 por ciento en relación con 2020. Para el final del año, 45 mil personas habían abandonado sus hogares, y más de 10.000 abandonaron sus comunidades solo en el mes de agosto, según datos de la Comisión Mexicana de Defensa y Promoción de los Derechos Humanos (CMDPDH). A lo largo de 2020, esa cifra llegó a los 9.740.
Según información de la Comisión Estatal de los Derechos Humanos (CEDH) en Michoacán, casi 5.000 personas huyeron de solo cinco municipios del estado en un lapso de cinco meses en 2021. Visto en perspectiva, puede decirse que cinco poblaciones pusieron el equivalente a la mitad de los desplazados de todo el territorio nacional en 2020.
La mayoría de los desplazados en los últimos años tuvieron como lugares de origen los estados de Guerrero (3,952), Chiapas (2,056), Oaxaca (1,328) y Michoacán (1,049), de acuerdo con los datos recogidos por la CMDPDH. La causa principal de dichos desplazamientos es la violencia generada por grupos armados, seguida de la violencia política y los conflictos sociales y territoriales.
En entrevista con El Economista, Édgar Záyago Lau, director de Estudios del Desarrollo, de la Universidad Autónoma de Zacatecas, señaló que factores como la ubicación geográfica de estados como Michoacán, el recrudecimiento de la violencia entre carteles y los niveles históricos de pobreza y marginación llevan a muchos mexicanos a considerar una opción cada vez más viable el dejar atrás sus hogares.