Por Araceli Saucedo Reyes
Gobernar es el más alto privilegio al que puede aspirar quienes se dedican a la política o al servicio público; es un privilegio no porque se trate de llegar al poder y ejercerlo per se, es un privilegio porque es la oportunidad de ayudar a la gente, así como de generar acciones que permitan alcanzar la anhelada justicia social.
Gobernar también implica riesgos, eventualidades que salen del alcance o hechos que no puede controlar el gobierno, los cuales siempre se deben atender con la cabeza fría con la idea de poder atender y resolver las dificultades, para ello siempre se debe estar pensando primero en el colectivo.
Para gobernar se debe estar preparado, no solo en lo académico o profesional, sino que se debe tener el Corazón prendido para trabajar en favor de toda la población; un gran reto de quienes gobiernan es desprenderse de los colores políticos, pocos logran entender que el ejercicio de la función pública implica gobernar para todos y que desde el cargo se debe llamar y generar unidad social; ahí el gran reto de dejar de ser militantes para ser gobernantes.
Del Corazón nace el sentimiento de amor y de protección, por tal motivo, soy una convencida de que la clase gobernante debe actuar con el latido del Corazón, cada decisión o acción de gobierno debe tomarse en el bienestar de todos, se le debe brindar cuidado a todos los sectores, pero con énfasis en los que están en algún grado de vulnerabilidad, las políticas públicas se deben diseñar y ejecutar con inteligencia, pero también con mucho Corazón. Gobernar no es solo administrar, gobernar es cuidar, gobernar es amar a los demás.