Entre la noche y el alba

La historia azarosa de los libros nos enseña que un libro no nace con la intención de ser publicado en una prestigiosa firma, con pastas duras, portada atractiva y en colores dorados el nombre del autor. Los libros en papiro, tablilla, pergamino y papel son la parte final de un proceso de comunicación que comenzó con la pronunciación a viva voz en un recinto de enseñanza, en una plaza o en diálogo entre amigos y enemigos. Y si se trata de poesía, la cosa se pone aún más interesante, pues parece que los versos que riman entre ellos son creados para ser dichos con altavoz o micrófono.

Sin embargo, el regiomontano Gabriel Zaid no está de acuerdo conmigo, pues él dice que un recital “es como un coctel de galería”, pues piensa que la poesía, y en general todos los géneros y subgéneros literarios, necesitan del espacio del libro para ser apreciados. Sin embargo, la historia y la experiencia propia me dice que la hoja y el auditorio son ambos dignos templos para la literatura.

Ayer en el Museo Casa Natal de Morelos de la ciudad de Morelia, se llevó a cabo un recital con la intervención de dos poetas -Edith Tinoco y Sergio Morett- acompañados por un pianista -Franco Rivero-. En la sala hubo media centena de espectadores que nos deleitamos durante poco más de una hora con la declamación de poesías varias compuestas por los mismos proclamadores. Toda la sesión fue titulada “entre la noche y el alba”, sugiriendo que la velada poética sería en la oscuridad esperando el clarear.

Parece que de todas las formas literarias la que menos popularidad tiene hoy es la lírica, donde se encuentra el mundo variado de poemas y poesías posibles. Sin embargo, sigue existiendo este mundo bello de lo poético que no se niega a desaparecer, pues mientras haya humanidad, cultura, habrá poesía.

Los temas pueden ser variados, pues los objetos del arte poético son universales e infinitos, así como aquel de la filosofía. Poesía y filosofía, las dos hermanas que no se hablan desde hace tiempo; una lectura distraída de Platón lo señalaría como a uno de los posibles culpables de la expulsión de la poesía de la república y de la ciencia. La “poeta” Edith Tinoco lanzó sonetos, poemas y décimas al amor, al dolor, a su reboso y a su hija, en fin, todo puede ser objeto de la voz y la pluma del poeta. Sin embargo, las palabras en la voz del orador, del maestro y del poeta suenan diferentes. Todos ellos pueden decir bien o mal de lo que plazca, pero el poeta lo debe hacer con cadencia y música en su voz al punto de mover armónicamente los sentidos de su público que va ahí por mero deleite.

La poesía, como en la noche de ayer, es un jardín donde caben todos los sentimientos, los recuerdos y los objetos. Cualquier ángulo de la vida es un escenario para que el poeta tome el micrófono y diga cómo piensa y cómo siente. El jardín entonces se vuelve portada para introducirse desde el corazón de una mujer y de un hombre al de todo el resto y del propio. Aunque el poeta siempre partirá de su propio pensar, sentir y creer, si sus palabras logran ser robustas y finas como flechas afiladas traspasarán miles de corazones más.

En la Biblia hay muchas páginas poéticas, recordemos que una sección de libros del Antiguo Testamento lleva justo este nombre: poéticos. Los Salmos y el Cantar de los Cantares son poesía reconocida como Palabra de Dios. En el cielo se dice un eterno poema de amor.

P. Francisco Armando Gómez Ruiz

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