Por Manuel Díaz
¿Qué le sabrán en Palacio Nacional al actual presidente del PAN, Marko Cortés? Para que el dirigente nacional panista se ponga de “a pechito” frente al compañero presidente López Obrador y le haga el juego para asegurar los triunfos electorales del próximo año y del 2024.
Recientemente el gobernador de Aguascalientes reveló unas grabaciones donde clara y contundentemente Cortés reconocía que, si le bien le iba al PAN en 2022, de las seis gubernaturas en juego, solo tendría posibilidades de ganar Aguascalientes y que para el 2024, el PAN no tenía posibilidad alguna.
En la grabación donde anticipa la derrota del blanquiazul en Durango, Tamaulipas, Quintana Roo, Hidalgo y Oaxaca, se escucha al dirigente decir:
“Se los digo en casa, la única gubernatura que tenemos posibilidades de ganar, reales, auténticas y bien ganada es esta. No hay más. Está muy complicado Durango, Tamaulipas, Quintana Roo, Hidalgo y Oaxaca, ¿qué les cuento?”
MARKO CORTÉS
Ante estas declaraciones, aunque reaccionó tarde, el exgobernador de Querétaro, Francisco Domínguez, le respondió con claridad señalando que la derrota anticipada en política es “entreguismo”.
Una dirigencia muy turbia
Marko Cortés se reeligió en la presidencia nacional del PAN, sin contar con ningún logro y con muy magros resultados electorales. Si bien fue el mejor partido de oposición, esto ocurrió por pura inercia y por el impulso de su militancia, de la que quizá podemos decir, sea la más noble y firme en sus convicciones.
Durante los tres primeros años del gobierno de AMLO, el PAN y sus militantes han sido su blanco preferido, los ha acusado de todo y ha perseguido política y judicialmente a los gobernadores que han tenido una actitud firme y en todo momento, el dirigente Cortés brilló por su ausencia.
Por ejemplo, el gobernador de Tamaulipas quien formó parte del grupo de gobernadores que presentaron una propuesta para crear un “nuevo federalismo” e impulsar el desarrollo energético de sus estados y del país y que tuvo las agallas de hacerlo de frente al presidente, fue víctima del autoritarismo gubernamental y de la persecución de Alejandro Gertz, el fiscal carnal del compañero presidente.
Y, ¿dónde estaba Marko? Apareció cuando ya el gobernador tamaulipeco se había encargado de todo en torno a su defensa, justo antes de las elecciones de junio pasado, diciendo que la FGR pretendía detener de “forma completamente ilegal” al gobernador de Tamaulipas, esto luego de que la dependencia federal emitiera una orden de aprehensión contra el mandatario.
Pero ¿dónde estuvo cuando las propuestas sobre un pacto federal o la parte energética? No estuvo, ni siquiera un pronunciamiento de respaldo.
Lo mismo ha estado pasando con el gobernador de Guanajuato a quien “le soltaron a los perros”, o más bien, a la delincuencia organizada y Marko, como dirigente del partido, no se pronuncia ni muestra respaldo.
Por otro lado, en el proceso para renovar a la dirigencia nacional del PAN, Marko recurrió, “casualmente” a las mismas triquiñuelas que utiliza Morena: padrones inflados, firmas apócrifas, métodos impuestos. ¿Quién lo apoyó? Cabe la duda de que los apoyos salieran de Palacio Nacional, porque a AMLO le conviene una oposición dócil, con la que pueda simular.
Respecto a la propuesta sobre un nuevo Pacto Federal, si bien fue un movimiento iniciado por los primeros afectados, que son los gobernadores a quienes les limitan recursos desde la federación y que buscan un esquema liberal y no un sistema conservador centralista como el que busca imponer AMLO, el CEN del PAN simuló y al final dejó solos a sus gobernadores al grado de que el movimiento prácticamente desapareció, junto con la Conago.
Lo mismo hizo con la Asociación de Gobernadores del Partido Acción Nacional (GOAN), a la que acabó por destruir. Los integrantes de la GOAN veían la debilidad de Cortés y el peligro que representaba para el PAN su liderazgo, pero al puro estilo morenista, prácticamente vendió las candidaturas para la elección del 2021 y logró enfriar la rebelión que venía en su contra.
Marko Cortés no solamente arruinó a la Conago, junto con otros dos comparsas de AMLO, el dirigente del PRI, mejor conocido como “Amlito” y Jesús Zambrano, del PRD, también lo hizo con la GOAN, a la que nunca respaldó. Tampoco, como cualquier dirigente medianamente capaz haría, impulsó a su bancada en el Congreso para que promoviera los cambios propuestos por los gobernadores, los dejó a su suerte y peor aún, negoció para amordazarlos.
La discusión del Pacto Federal como punto clave para el desarrollo de nuestro país debió centrarse en el Congreso, como posibilidad de un nuevo pacto entre estados, municipios y el gobierno federal, que se tradujera en un destino más equitativo de los recursos, un mejor ejercicio del gasto y una mayor independencia fiscal.
Es curioso que en el periodo de Marko Cortés al frente del PAN, la Conago y la GOAN dejaron de ser órganos que sirvieran de contrapeso y acabaron, como más le favorecía a AMLO, con que los gobernadores del PAN se retiraran y dejaran el campo abierto para que AMLO, a sus anchas, chantajee a los gobernadores con los recursos federales.
Con la dirigencia actual del PAN actuando a su merced, en estos tres años de la 4T, AMLO se ha servido de un partido que ha sido un “invitado de palo”, que dejó de promover iniciativas e incluso, de defender derechos ya adquiridos y que, sin respingar, sale a simular ser oposición en el circo que monta cuando le conviene.
Por el bien de la democracia, del panismo y de la alianza Sí por México, Marko Cortés debe de dejar la dirigencia de Acción Nacional, son momentos decisivos para México y no pueden tener al frente a un dirigente “patiño” al servicio del dictador. ¿Qué será lo que le saben?