“A diferencia de sus antecesores en el cargo, el gobernador Alfredo Ramírez Bedolla está dando muestras de ser lo más incluyente posible en las designaciones de sus colaboradores en cualquier nivel, desde amigos hasta enemigos, pasando por perfiles interesantes, de indiscutible experiencia y capacidad en la función pública, pero que no le son ni lo uno ni lo otro, sino todo lo contrario. Sin embargo, llama la enorme atención el enmarcar en su Gobierno a los segundos, a los enemigos o a los que fueron su enemigos, y que hoy están con él, bajo sus indicaciones, por decir, lo menos, como los casos de Cristina Portillo Ayala y Fausto Vallejo Mora, por citar dos claros ejemplos, con quienes sostuvo agrios desencuentros (si, si hay dulces desencuentros); él los perdonó (significado de perdonar: Olvidar [una persona] la falta que ha cometido otra persona contra ella o contra otros y no guardarle rencor ni castigarla por ella, o no tener en cuenta una deuda o una obligación que otra tiene con ella), y ahí están, pero algunos de sus colaboradores cercanos difieren, se creen más papistas que el Papa; la amargura a flor de piel”: Samuel Ponce, Periodista
