La ropa y los así llamados accesorios también son un punto de encuentro con lo bello, pórtico que llevamos con nosotros cada día. No por nada el arte del corte y confección de prendas es tan rentable y reconocido por todo el globo terráqueo de hoy y de ayer. Dentro de dichas vestimentas, está el arte de diseñar, cortar y cocer, producir calzado.
La función de los zapatos, tenis, botas, zapatillas o como les queramos llamar a la indumentaria que cubre nuestros pies para protegernos o adaptarnos mejor a cierto tipo de relieves o a determinadas actividades ceremoniosas, es lo que designamos como zapatos. Miles de variedades entre ellos, pero siempre buscan satisfacer las mismas necesidades: utilidad, confort y elegancia.
Dentro de la literatura universal infantil, tiene un lugar especial The Wonderful Wizard of Oz -El maravilloso mago de Oz- (1900) escrito por L. Frankfurt Baum, donde al inicio y al final de la narración, como elemento discreto pero siempre esencial, están un par de zapatos que aparecieron en los pies de Dorothy cuando dejando Kansas atrapada por un remolino, comenzaría el recorrido en los adoquines amarillos en compañía de cuatro amigos: el espantapájaros, el hombre de hojalata, el león y su perro Totó. Por doquier llevaba sus zapatillas de plata. En ellos caminó el sendero amarillo, entró a la ciudad esmeralda de Oz para encontrar al terrible Mago, luchó contra la bruja mientras ella intentaba robarle el par de zapatos, con ellos intentó escapar, y nunca supo que frotándolos tres veces podría haber regresado a Kansas desde el momento mismo en que se había encontrado en esas tierras extrañas.
Fue al final de una larga historia que buscaba un cerebro, un corazón, valentía y un hogar, cuando finalmente la funcionalidad de las zapatillas salió a flote. La desdicha de Dorothy al no saber usar sus zapatos mágicos se convirtió en salvación para el hombre relleno de paja que buscaba un cerebro, para el leñador de hojalata que anhelaba un corazón, y para el león que quería valentía. Por ello siguieron el camino amarillo, encontraron a Oz y a pesar de descubrir las mentiras y trucos de éste, todos encontraron lo que buscaban, pues el cerebro, el corazón, la valentía y el viaje a Kansas siempre estuvieron con ellos. Caminando descubrieron que en ellos mismos estaban las posibilidades, pero fue el camino y sus aventuras lo que les hizo darse cuenta de ello.
Entonces en aquellos zapatos de plata que siempre están presentes en los relatos del Mago de Oz, estaba el pasadizo que lleva a casa, la belleza que es capaz de transportarnos al lugar seguro, al sitio del amor.
P. Francisco Armando Gómez Ruiz