Por: Leovigildo González
El Presidente Andrés Manuel López Obrador se siente pleno cuando los micrófonos se abren y comienza hablar ante periodistas que escuchan con atención cada una de sus palabras.
AMLO disfruta lanzar en ese «púlpito» desde canciones hasta fuertes declaraciones, lo hace consciente de que él maneja la agenda mediática y no tiene competencia, mucho menos réplica.
Hoy, Silvano llegó minutos antes de la «mañanera», ahí, aprovechó cada segundo en las afueras de Palacio Nacional, dio entrevistas y pidió una audiencia con quien hace unos años era su compañero de partido.
La relación de Silvano y AMLO tiene varios lustros, ambos fueron pilares del ahora alicaído Partido de la Revolución Democrática (PRD), hicieron campaña juntos, pero sobretodo, se conocen a cabalidad.
Tal vez, con lo que hizo el Gobernador de Michoacán tuvo más de que simplemente lo haya recibido el mandatario federal, en está ocasión fue a robarle audiciencia y parece que lo logró.
AMLO estaba muy consciente de la jugada de Aureoles, al nivel de que dijo que no lo iba a recibir por «cuidar la investidura presidencial», lo cierto, es que no quería compartir su apreciada agenda de medios con él.
La imagen es brutal, Silvano aún tiene la investidura de Gobernador, ahí afuera en un banco, esperando una respuesta, la cual, tras cinco horas no llegó.
El Presidente pudo darle esa audiciencia, recibirlo, y tal vez, si quería darle carpetazo a lo que le hubiera entregado, no lo hizo, dejó que la imagen de Silvano afuera pidiendo unos minutos con él circulara en prácticamente todos los medios de comunicación.
El robo de la audiciencia hoy se la llevó Silvano, pero anteriormente lo habían hecho feministas, padres de niños con cáncer, las víctimas de la violencia.