Por Teresa Da Cunha Lopes
El impuesto global puede transformarse en un salvavidas para la globalización. Si funciona, claro. Para tal, los países del G7 han acordado una tasa global mínima del 15%. Este acuerdo marca el fin de la optimización fiscal que permitió a los grandes grupos evadir impuestos. Teóricamente, debería dar a la globalización una nueva legitimidad. Pero eso, hasta el momento, es teórico.
Los ministros de finanzas del G7, el grupo de los 7 países más ricos del mundo, han acordado, fijar un tipo impositivo mínimo del 15%, para las grandes empresas, independientemente del lugar donde
Podremos decir, parafraseando la posición del gobierno francés: «que habrá un antes y un después para la globalización!» «.
Durante años, el desarrollo de la globalización de la economía había permitido a muchas empresas evitar impuestos excesivos, practicando lo que se llamó eufemísticamente , ‘Optimización fiscal’.
En términos más simples y vulgares, la intensidad de la globalización y la disparidad de los impuestos nacionales o incluso locales han permitido a las empresas organizarse para escapar de los impuestos más pesados. Fue la era de la “Grande Evasión “ (y no me refiero a la película con Steve MacQueen)
Al canalizar sus ganancias hacia zonas fiscales más indulgentes, los evasores fiscales reducen legalmente su contribución, pero también privan a los países donde trabajan de los ingresos fiscales que estos países necesitan. Además, todas estas empresas internacionales disfrutaron así de una ventaja competitiva sobre las empresas nacionales.
El gobierno francés , de hecho, en introducir un impuesto “GAFAM” aplicado al volumen de negocios francés de las empresas digitales. Es este impuesto GAFAM que sirvió de precursor y modelo para el acuerdo del G7 sobre el impuesto global . Pero, podríamos hablar de otros antecedentes , como la recomendación de la OCDE y , claro el hecho de luego ser abanderado por Joe Biden, lanzó todo el peso de EE.UU sobre la mesa de negociaciones . Así , el fin de semana pasado, fue adoptado por todos los países del G7.
Es evidente que por el momento, este proyecto es solo eso : un proyecto. Pero, la trascendencia del acuerdo no puede ser escamoteada porque el acuerdo corresponde a una doble necesidad de la que todo el mundo ha tomado conciencia.
Por un lado, una necesidad económica y financiera, es decir, que todas las empresas deben participar en la financiación de su ecosistema esté donde esté, de lo contrario el ecosistema acabará excluyendo a la
La cuestión que todos nos colocamos es ¿cómo se aplicará este impuesto a quién y en qué
Regresamos en el tiempo. Hace 4 años, el proyecto se dirigía únicamente a empresas digitales porque su actividad no se materializaba, podían ubicar su beneficio en países con fiscalidad favorable (Irlanda por ejemplo) o incluso en paraísos fiscales. En resumen, estas empresas fueron objeto del impuesto francés GÁFAME , ya referido en esta columna, modelo sobre el cual se materializó la propuesta aprobada por el G7.
Biden quiso generalizar esta contribución aplicándola inicialmente a las 100 empresas más rentables del mundo (50% de las ganancias obtenidas en el mundo y cotizadas por la OCDE). Por lo tanto, estarán los “GAFAM “, pero también las grandes multinacionales de la industria petrolera, la industria, los bienes y servicios de lujo.
Concretamente, las empresas pagarán parte de su impuesto en su país de origen y otra parte en los países donde hacen negocios, para no penalizar al país donde hacen negocios.
El total de las dos acciones no podrá ser inferior al 15%, tasa mínima impuesta. Si, mediante la optimización legal o fiscal, la empresa pagara menos, se vería obligada a compensar.
Si una empresa logra pagar solo el 5% de impuestos porque se ha mudado a un paraíso fiscal, tendrá que compensar y pagar un 10% más a su país de origen.
Así que este estándar de impuesto mínimo del 15% no será aplicable la próxima semana, porque hay muchos detalles legales y contables por resolver, los países del G7 y el G20 deben aceptarlo a nivel de jefes de gobierno. O sea, Mexico como miembro del G20 estará , brevemente, en la posición de firmar ( o no ) dicho acuerdo.
Después como es lo conducente en estos procesos , el acuerdo deberá aprobarse en los respectivos parlamentos. Para el caso de México y bajo las normas constitucionales vigentes, en el asneado mexicano, seguido de su ratificación por la mayoría más 1 de los congresos estatales.
O sea , tendremos que esperar varios años (2 o 3), para abrir una botella de champán, excepto que Mexico podría, como cada país del G7 o del G20 , adelantarse y aplicar la medida antes de que todos los demás la hayan refrendado. Pero, lo dudo