Código Alpha/Santiago Núñez
Como todos lo hemos visto en los últimos días, el titular del ejecutivo federal se ha lanzado de manera feroz en un ataque directo contra el poder judicial en nuestro país; lo anterior surgido a raíz de una suspensión provisional que un juez federal otorgó en favor de ciertos quejosos que interpusieron juicios de amparo contra las reformas en materia eléctrica promovidas por el gobierno del tabasqueño.
Lo que en la práctica judicial resulta ser algo bastante común, como lo es una suspensión de carácter provisional en tanto se analiza el asunto de fondo, para el presidente de la República y su camarilla de focas aplaudidoras resultó poco más que una ofensa: esto dentro de una visión de Estado que sigue al tabasqueño como si fuera una especie de líder impoluto, intocable y sin error humano.
Lo que vino después además de ser una narrativa rocambolesca y al mismo tiempo triste para las instituciones mexicanas, no deja de ser preocupante puesto que Andrés Manuel giró en su carácter de presidente de la República una carta al poder judicial dentro de la cual exigía que se investigara el accionar del juez que había concedido las suspensiones ya referidas. Resulta preocupante pues nunca en los últimos años o en la historia moderna en nuestro país habíamos visto tales intentonas de injerencia, de revancha, de castigo por parte de un titular del ejecutivo federal hacia uno de los poderes de la Unión.
Más preocupante resultan aún las propias declaraciones del tabasqueño quien días después mencionó que en caso de que los jueces federales determinaran que su reforma eléctrica era incompatible con la Constitución; estaría enviando una iniciativa para efectos de reformar la Constitución en ese sentido y así promover los cambios que desde su perspectiva considera que son de medular importancia para el país.
Claro que el titular del ejecutivo federal tiene todas las atribuciones para promover reformas a la Constitución, sin embargo en este rubro más allá del término estrictamente procesal lo que nos debe preocupar es el capricho y esa absurda obsesión del tabasqueño para imponer su visión sobre el estado de cosas en este país; esos desplantes de autoritarismo, de terquedad, de desprecio a las instituciones definitivamente le hacen daño a la vida pública de México y además lastran la credibilidad de la institución presidencial, poniendo en riesgo el delicado equilibrio de poderes.
Ninguna persona que tenga más de dos neuronas o que conozca mínimamente el funcionamiento de las instituciones en este país, puede tener un argumento medianamente válido para defender el ataque al cual se está sometiendo el día de hoy al poder judicial; es menester de todos los actores políticos, sociales, académicos, universidades, colegios de profesionistas el que el día de hoy se forme un frente amplio en defensa del orden constitucional, de las instituciones y de los jueces como garantes de la verdadera democracia constitucional mexicana.
Al parecer el presidente de la República, ese que vive en sus fastuosos aires de grandeza en un palacio, o ya olvidó sus clases de primaria (si es que asistió a ellas) en donde se nos explica la división de poderes como elemento fundamental en las democracias; o su consejería jurídica es muy mala, o no es escuchada; o tal vez no ha leído el presidencialismo mexicano de Jorge Carpizo; o tal vez tiene menos de dos neuronas; o tal vez ya enloqueció…
Sergio Santiago Núñez Galindo
Abogado y consultor.
Candidato a especialista en seguridad nacional.
santiagonunez@alphaconsultores.com.mx