2021: el año en que  las decisiones difíciles tendrán que ser tomadas 

Por Teresa Da Cunha Lopes

El año 2020 fue el año del dolor, de la pandemia, del confinamiento, pero también de  las luchas ideológicas, del enfrentamiento de ideas, de la lucha entre izquierda y derecha, entre la democracia y la autocracia, entre neokeynesianos y neoliberales, entre el status quo político-social y los movimientos de los indignados. 
Aparentemente, el mundo quedó suspendido, pero en la realidad, el año 2020 fue el año de la Historia en movimiento. Una historia en movimiento cuyo catalizador fue la pandemia

El 2021 será un año fundamental, tanto en términos de reformas, de cambio de mayorías, de choque de ideas y de reformas económicas.

El año 2021 será el año en que las decisiones difíciles tendrán que ser tomadas. En los próximos procesos electorales los discursos y programas para «compartir los frutos del crecimiento» estarán fuera de moda. El año 2021 es el año en que vamos tener que nos enfrentar a la cuestión del cómo dividir el dolor y construir la era post Covid.

Algunos argumentarán , al leer esta columna que es imposible vivir la historia e interpretar los hechos que estamos protagonizando como hechos históricos

Es bien verdad que es  difícil, para los que vivimos en este preciso momento, en esta hora histórica entender el verdadero alcance de lo que pasó en el 2020 y su impacto en el futuro cercano o a medio plazo.  Obligatoriamente caímos en la clásica discusión de la naturaleza del tiempo histórico y del hecho histórico. 

Aquí nos enfrentamos a dos teorías y a dos interpretaciones diversas.

Primera teoría. Si consideramos que el Universo y los hechos que en él ocurren, son consecuencia de un acto creador originario, obra de Dios, debemos de concluir forzosamente, que la consecución lineal de los acontecimientos, lo que vulgarmente llamamos «el tiempo» (del latín «tempora») es también un producto de la creación y que, por tanto, ha tenido un remoto principio, que no conocemos sino por obra de la Revelación divina. En esta perspectiva los hechos humanos pueden ser clasificados según su ubicación temporal, como: a.- Hechos Pasados, aquellos que ocurrieron ya; y que por ello se vuelven irrepetibles y únicos; b.-Hechos presentes, los que ocurren en este momento (como en este instante al leer estas líneas) y;c.- Hechos Futuros, que aún no ocurren.

De lo dicho se desprende que los únicos hechos que son objeto posible del estudio de la Historia, son aquellos que ya han ocurrido, es decir los hechos pasados, que pueden ser medidos y cuantificados y apreciados en sus diversos aspectos, por la circunstancia misma de haber quedado fijados de manera invariable e irrepetible. La irrepetibilidad es, entonces,  la cualidad distintiva del hecho histórico, que, entre otras peculiaridades, hace imposible de ser recreado para experimentar con él.

Pero, en su contrario, existe la otra posición teórica de la cual se desprende una otra interpretación del hecho histórico y una otra definición de tiempo histórico. 

O sea, una segunda teoría.Si consideramos que el Universo es una realidad encauzada, sin creación interviniente, la conclusión es que el tiempo es eterno o bien, lo que puede resultar paradójico, que el tiempo es una categoría imaginaria creada por la imaginación humana. 

«Pura ilusión» diría Sartre.

Y por ello, la determinación de la categoría de «histórico» para un hecho concreto, resultará puramente arbitraria y subjetiva, de lo que se deriva la imposibilidad de hablar de «historia del conocimiento» o de «historia de las verdades», pues éstas dependen del propio historiador que formula su juicio y no de lo que objetivamente son. A lo más se podrá hablar de «tendencias», «probabilidades», «eventos», pero no de hechos concretos y consecuencias. Por otro lado, está la cuestión sobre la relevancia o trascendencia de los «hechos históricos». 

Es decir, si todo hecho humano perteneciente a la esfera del pasado puede llegar a ser constitutivo de historia o si por el contrario no debe sino considerarse histórico aquél que reúna ciertas características específicas que le diferencien de otros hechos irrelevantes para nuestro estudio.

Admitiendo que el tema desborda los márgenes de una columna de opinión periodística, , podemos precisar las condiciones mínimas en que gran parte de los estudiosos concuerda, para hablar de «Hecho Histórico»:a.- el transcurso del tiempo: No es una cuestión precisa, pero se requiere que haya transcurrido una cantidad de tiempo que permita evitar que la indagación en el pasado se vea afectada por las pasiones y prejuicios del historiador; b.- la desaparición de los protagonistas del hecho histórico, o a lo menos su retiro de la vida activa; c.- la formación de una adecuada perspectiva desde la cual observar las consecuencias de los hechos históricos.

Como puede observarse la cuestión fundamental es,  para las corrientes teóricas, el transcurso del tiempo, pues las dos condiciones finales no son sino una derivación de la primera. Es en este sentido que Jean Francois Revel señala «La Historia no puede escribirse antes del transcurso de dos generaciones, antes sólo es crónica periodística».

Sin embargo, embriagada por la adrenalina de este inicio del 2021 vertiginoso me atrevo a afirmar que el año 2020 y  este 2021 serán los años de la Historia en movimiento y que la importancia y relevancia de lo que observamos a lo largo del inicvio de la era de la Covid 19 nos permite saltar las tres condiciones consideradas mínimas para la atribución de “Hecho Histórico”. Y, que lo mismo pasará en el 2021. 

Dejemos que los historiadores nos quemen en la hoguera de las ortodoxias teóricas. En las entrañas todos nosotros sentimos que cerramos un ciclo histórico en el 2020 y que estaremos viviendo hechos históricos de relevancia transcendental en el 2021.

En ocasiones, otros años, otros momentos precisos de otras eras fueron “años de la historia en movimiento”: como en Francia en 1789, México 1910, Rusia en 1917,Portugal 1974, en el este de Europa en 1989. Sin embargo, todos esos “tipping point” fueron relativamente , localizados, nacionales, internos. Hoy, el 2021 de la era de la Covid-19 es global, no local.

El binomio 2020-2021 es uno de esos momentos en que sabemos de forma inequívoca que estamos viviendo y haciendo Historia. Que estamos protagonizando un cambio estructural.

El cambio de paradigma en la teoría de las relaciones internacionales; la refundación de la globalización; el cambio en las relaciones Norte-Sur; los movimientos en el mundo islámico; la revolución tecno-sociológica de la interacción de las redes sociales: la nueva cultura política; los movimientos de los “indignados”; el cierre de ciclos generacionales políticos en la mayoría de los países; la transformación de la guerra y la creciente presencia de la guerra por control remoto; etc, etc,  se someten a las nuevas condiciones de la era de la Covid 19 y, son otros tantos elementos para argumentar la importancia de este año 2021 como el año de la Historia en movimiento. 

Un año 2021  en que se abren horizontes, un año que terminará  poniendo en abierto las diversas vías para el cambio.Un año 2021 que se presenta, entonces como un año que será fundamental, tanto en términos de personas, de choque de ideas , de estructuras laborales y de equilibrios de poder .

Veamos la cuestión del cambio de poder y de las personas titulares del poder.

En México, tendremos las elecciones del 6 de junio , mismas que no pueden ser pensadas fuera del contexto de la Covid 19 . Será no solamente un enfrentamiento entre candidatos, sí un choque entre dos culturas políticas que estará repleto de episodios de las “guerras culturales” entre una visión laica y republicana del Estado y una visión “ religiosa” (tal como lo habíamos afirmado en una columna anterior sobre la inconstitucionalidad del aborto y la controversia constitucional). Asistiremos desde hoy a la eliminación en la practica (de hecho no de derecho) de la división de poderes y a la preponderancia del poder ejecutivo el legislativo. Con un poder judicial que puede (aunque ni siempre lo quiere asumir) funcionar como equilibrio.  O sea el cambio, o será fruto de la libre decisión de los ciudadanos en las urnas u  obtenido a golpes de jurisprudencias entrecruzadas. 

Entre los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU, los Estados Unidos de Biden y la China de Xi están en una trayectoria de colisión de trenes y la Rusia de Putin en una deriva interna autocrática, propria a los estertores finales de un régimen. El Reino Unido , malherido por el Brexit y, la Francia de Macron que no ha conseguido reformar la Va. Republica .  

Y más allá de las grandes potencias, desde Venezuela a Taiwan, pasando por, o tal vez Cuba, Angola (seguramente) , Egipto, Siria, Israel, Irak, Pakistan e India , los retos  de la Covid 19 y del cambio climático pueden tener amplias y profundas repercusiones en el orden mundial durante el 2021 .

Hay, para no hacer el cuento muy largo, mucho está  en juego, y más aún cuando se tiene en cuenta la batalla ideológica. En la década de 1990, con la Unión Soviética fragmentada estuvo de moda , en consecuencia del libro de Francis Fukuyama,hablar del fin de la historia y del inevitable triunfo del liberalismo occidental, tanto económicos como políticos. Pero la última década ha sido más difícil para aquellos que, como yo, queremos una sociedad más libre, más abierta del mundo. El 11 de septiembre de 2001 y las dos guerras a que dio origen fueron un recordatorio terrible y sangriento de existe un real choque de civilizaciones. Desde el 2008 la crisis financiera de Occidente ha planteado dudas sobre el valor del capitalismo liberal, así como el continuo aumento del poder económico de regímenes antidemocráticos como China.

O sea, como diría Harari, asistimos a una erosión de la narrativa liberal, después del desastre de la narrativa fascista y de la implosión de la narrativa comunista.
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Así que , en 2021 las decisiones difíciles tendrán que ser tomadas. En los próximos procesos electorales estarán fuera de lugar y fuera de moda los discursos y programas para «compartir los frutos del crecimiento». En el año 2021 vamos tener que enfrentar el cómo dividir el dolor. Y, lo que es más importante , el cómo construir sobre y a pesar del dolor .

Pero seremos protagonistas de la Historia en movimiento y no del final de la Historia. Hemos derrotado a las predicciones de Fukuyama. Ahora a construir el futuro y la historia.

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