Las ventajas de las alianzas políticas

Ágora/ Jaime Martínez Ochoa

Para derrotar a Morena, en Michoacán se integró el llamado Equipo por Michoacán, conformado por el PAN, el PRI y el PRD. Para derrotar al bloque opositor en Nuevo León, Morena se alió con el PVEM. En ambos casos, los críticos dicen que se trata de alianzas antinaturales, que tienen como único objetivo vencer de cualquier manera al adversario. Se denuncia una supuesta traición a los ideales y la identidad partidista, como si algún partido en nuestro país pudiera presumir de pureza.

Sin embargo, más allá de asustarse y señalar que se han juntado el agua con el aceite, debemos decir que la democracia en México ha llegado a un punto en el que los partidos políticos han aprendido que por sí solos no pueden cambiar las cosas, de modo que se deben utilizar todo tipo de estrategias para frenar a los gobernantes, sobre todo si estos incurren en desvaríos.

Esto no significa, de facto, que las alianzas sean negativas. Por el contrario, pueden fortalecer la democracia y acelerar el cambio de país que todos queremos.

Por decirlo de algún modo, si la oposición se hubiera aliado contra el PRI cuando este partido era el poder hegemónico, es probable que la alternancia democrática hubiera sido más acelerada y productiva. Con su tiranía, con su autoritarismo, el PRI cerró todas las puertas a la oposición e impidió que la democracia tuviera un desarrollo efectivo. Fue el hartazgo ciudadano el que al final se impuso a la dictadura perfecta.

Ahora, el presidente y su partido se muestran en las formas y los hechos como un poder hegemónico, que no tiene oídos para quien piensa diferente. Se busca acaparar todo el poder, imponiendo una sola visión de las cosas. No es por ello casual que al presidente AMLO le moleste cualquier tipo de crítica, así sea constructiva y sensata. Bienvenido el aplauso de los propagandistas y los seguidores, debe pensar. Que se vayan al carajo los cuestionamientos, pues provienen de fifís y conservadores. De lo que se trata es de tener el máximo control.

México ha llegado a un momento de su historia en que las alianzas y las coaliciones llegaron para quedarse. Esto, que ya ocurre en otros países, es un modelo para evitar que algunos partidos se eternicen en el poder. De la misma manera los obliga a ser más plurales y a aceptar que las diferentes formas de pensar también tienen cabida en todo gobierno. Lo único que se debe cuidar, lo más importante, es que estas alianzas y coaliciones realmente tengan un programa que ponga por delante las necesidades de los ciudadanos y no busquen sólo quitar una tiranía para imponer otra.

El Equipo por Michoacán puede ganarle a Morena en nuestro estado y Morena al bloque opositor en Nuevo León porque ahora así es la nueva realidad del país. Pero una cosa es muy cierta: Quitar a tiranos, a improvisados, a intolerantes, sólo se puede lograr a través de la unión de las fuerzas. Esa es la ventaja de las alianzas y coaliciones: No hay poder hegemónico que se le resista. A menos, claro, que ese poder se quiera perpetuar por otras vías que no sean las democráticas.

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