Código Alpha/Santiago Núñez
La imagen que difundió el gobierno de la República en tono triunfal era bastante clara: un Boeing 737 de la fuerza aérea mexicana, seguido de un Airbus A350 con su característico antifaz negro de la compañía Vivaerobus. Aterrizando en la polvorienta base aérea militar de Santa Lucía, el sitio que albergará supuestamente en los próximos años la nueva terminal internacional que le dará acceso en teoría a millones de pasajeros a la capital de la República.
Desde luego que las críticas de los opositores del gobierno no tardaron en llegar; puesto que las imágenes que fueron difundidas por la Presidencia de la República, muestran un escenario polvoriento, burdo y solamente con la terminal militar de fondo. Pudiéramos afirmar en un tono objetivo que efectivamente falta por desarrollarse la obra civil de lo que en teoría debería ser el nuevo aeropuerto que estará contiguo a la base aérea militar.
Sin embargo aún con la gran mayoría de los trabajos pendientes de construirse en el que debe ser el nuevo aeropuerto internacional de México, la realidad es que el gran debate no gira única y exclusivamente en torno a una discusión estética o de naturaleza visceral:
En primer término el actual gobierno federal ha manifestado que el aeropuerto de Santa Lucía va a operar de manera simultánea con el de Toluca y el de la ciudad de México; así como lo hacen en otras ciudades del mundo como por ejemplo Londres que cuenta con cinco aeropuertos, Nueva York que cuenta con tres aeropuertos, Chicago que cuenta con dos aeropuertos, etc. En teoría suena como una fórmula ganadora, sin embargo, el Gobierno de la República olvida que en las urbes ya mencionadas existe un sistema de transporte, autopistas, trenes ligeros, metro que generan una rápida interconexión entre los distintos aeropuertos.
Personalmente por ejemplo, el que escribe esta columna ha podido trasladarse entre los dos principales aeropuertos de Chicago: el aeropuerto Midway y el aeropuerto O’Hare, traslado que se completa en aproximadamente 25 minutos debido a la compleja red de transporte que opera entre ambas terminales. En el caso del aeropuerto de Santa Lucía hay que destacar que no existe en este momento ningún sistema de transporte masivo o red de comunicación que comuniqué al actual Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México con la nueva terminal.
Claro que el Gobierno de México ha señalado que tiene contemplados la ampliación de una red de tren hacia el nuevo aeropuerto y además la construcción de la infraestructura vial necesaria; pero si nos basamos en el avance físico de la obra civil de la nueva terminal, la cual supuestamente se estaría entregando durante el año 2022 y de la cual al día de hoy a simple vista no se puede palpar dicho avance, de inmediato surgen las dudas en cuanto a la idoneidad y el tiempo en la construcción de la necesaria red de transporte hacia el nuevo aeropuerto.
En segundo lugar es importante señalar que la Asociación Internacional de Transporte Aéreo ya ha realizado estudios sobre la propuesta generada y con el respaldo técnico suficiente, ha manifestado la imposibilidad de que el actual aeropuerto y el nuevo proyecto en Santa Lucía puedan operar de manera segura con aterrizajes y despegues simultáneos entre ambos.
Como si la opinión de uno de los entes más importantes a nivel de la aviación civil internacional no fuera suficiente; debemos cerrar esta reflexión mencionando también el costo exorbitante que la cancelación del proyecto del aeropuerto en Texcoco y la construcción de la nueva terminal en Santa Lucía están generando. Claro que es plausible que se intente combatir la corrupción, sin embargo al día de hoy el gobierno federal no ha mostrado un solo expediente o un procedimiento que sea contundente para demostrar la supuesta corrupción que se desarrollaba en el proyecto del aeropuerto de Texcoco.
La cancelación del proyecto en Texcoco implica para todos los contribuyentes un desembolso multimillonario por la liquidación de contratos de obra que van a tener que ser pagados sin que se ejecuten las obras civiles asociadas a los mismos. Las grandes capitales modernas y competitivas del mundo cuentan con aeropuertos de primer nivel que representan el poderío, la actividad económica y al mismo tiempo fungen como la puerta de entrada metafórica y literalmente de más y mejores inversionistas.
El día que este Gobierno Federal demuestre en un procedimiento judicial, vinculante y con las debidas sanciones establecidas por la autoridad competente, sobre los supuestos actos de autoridad que se derivaron en corrupción en el proyecto de Texcoco, podrán decir que Santa Lucía fue una buena idea.
Mientras tanto se pone en duda la viabilidad técnica, operativa, financiera e incluso la seguridad de todos los pasajeros que hipotéticamente deberían estar entrando vía aérea a la capital de la República por lo que solamente parece ser un simple y polvoriento capricho presidencial.
Sergio Santiago Núñez Galindo
Abogado y consultor.
Candidato a especialista en seguridad nacional.
santiagonunez@alphaconsultores.com.mx