Por: Hugo Gama
El servidor público tiene la obligación ética y profesional de siempre actuar en beneficio de los gobernados, someter el ejercicio de la función pública al marco jurídico. El servidor público de manera ineludible debe garantizar el estado constitucional de derecho y de establecer las políticas públicas idóneas para el desarrollo humano y económico de la sociedad, debe ser el defensor e impulsor de la justicia y paz social.
Esas obligaciones empujan a la clase gobernante a que de manera inapelable actúe para lograr la concordia y la unidad colectiva, esa debe ser parte de las reglas éticas y morales de los funcionarios, representantes populares o de cualquier sujeto que ejerza algo de poder público, de cualquier nivel, desde el presidente de la República hasta el empleado sindicalizado del municipio más pequeño, sin embargo, de forma reiterada la conducta del funcionario dista de llamar a la concordia, lo cual se agrava cuando se avecinan los procesos electorales.
Cada gobierno impone su programa ideológico mediante políticas públicas, y resulta natural que lo defienda, mientras que, por otro lado, la oposición que aspira a gobernar, confronta el programa ideológico y sus políticas, por supuesto, resaltando las propias, eso es normal, en cualquier democracia la oposición ayuda a moderar el ejercicio del poder del gobernante en turno, tal y como lo ha señalado Norberto Bobbio.
El problema de la confrontación y la división social tiene parte de su génesis cuando se sale del correcto ejercicio de la función pública para defender con testaferros y con un alto grado de intolerancia el programa y las políticas públicas del gobierno en turno, momento en el que los gobernantes deciden confrontar desde el poder a sus opositores (mayormente débiles), lo que pude traducirse en persecuciones políticas, diatribas y denostación, censura, incluso represión, que no sería otra cosa que un atentado a la democracia, pero que además lleva intrínsecamente el abandono de la búsqueda de justicia y paz social.
Hoy, en la praxis se observan servidores públicos cegados por mantenerse en el poder, no perder el control y ejercicio del mismo, todos los días podemos dar cuenta de la división social que se genera desde el poder nacional, los estatales, incluso los municipales; basta revisar las redes sociales de los funcionarios para darse cuenta que están más preocupados por las elecciones y por golpear al opositor, que por estar generando unidad y concordia social, muchos se encuentra alejados del cumplimiento de sus obligaciones legales.
México no requiere mayor división social, y corresponde a los servidores públicos ser los garantes de la unidad y la concordia, se debe aprender a ejercer el poder con espíritu democrático y nunca perdiendo de vista el motivo y la oportunidad de gobernar para y en beneficio de todos, sin embargo, mientras se siga cegado de mantener el poder fuera del espíritu democrático, continuaremos siendo el país de la confrontación interna y del poco desarrollo, y de esa manera jamás podremos aspirar a ser una nación de primer mundo, seguiremos siendo una República bananera.