Pórtico de cempasúchil

Desde hace más de un año y medio hemos estado hablando de pórticos de mármol, de lienzo, de piel y huesos humanos, y de varios detalles de la vida cotidiana. Hoy le corresponde a una flor muy especial engalanar este espacio de disfrute estético.

Ahora hay más motivos para hacer ricas y variadas ofrendas a las ánimas, pues los difuntos aumentaron en considerable cantidad; paradójicamente, también hay que decirlo: sigue imperando la sana distancia. Si todavía tenemos la oportunidad de seguir bien vivos, y rezar por nuestras benditas ánimas queridas, aprovechemos esta oportunidad y dejemos que la comunión entre vivos y muertos sea intensa.

En los pueblos que bordean la ribera del Lago de Pátzcuaro hoy y mañana seguirá imperando el destellante naranja intenso que proyecta la flor de cempasúchil. Las fachadas de los cementerios relucen come verdaderos pórticos tapizados por esta enigmática flor. Es bastante notorio como en la última década la cempasúchil ha recuperado su prestigio y categoría que siempre ha tenido pero que un rato estuvo oscurecida. Bienvenida, flor de muchos pétalos.

De día el color de la flor de muertos luce con particular elegancia, y de noche, bañada con la luz de candelas en los campos santos, la belleza de esta flor desborda al gusto estético. Es la primera vez que lo pienso, pero contemplar la flor naranja de cempasúchil es una verdadero gusto estético digno de las fiestas de Noche de Ánimas.

¿Con qué podremos comparar a esta flor? Con el sol, pues de día e incluso con la luz que llega de noche, es faro encendido, luz intensa en la oscuridad. Con el camino, los ancestros la eligieron para destinarla al uso de la veneración y recuerdo de los muertos, pues su color resplandeciente funciona para marcar el camino de ida y vuelta. Con el fuego, pues su naranja intenso evoca a este elemento que todo lo consume y que todo lo modifica, transformando realidades. El cempasúchil es sol, camino, fuego y todo lo que sus particularidades nos pueda evocar.

Ayer y hoy esta flor adorna todo tipo de superficies de los últimos días de octubre y los primeros de noviembre. Haciendo un recorrido en coche por los bordes y centros de muchos pueblitos: Tzintzuntzan, Huecorio, San Pedro, Arocutin, Santa Ana Chapitiro, Tócuaro, Uricho y Erongarícuaro, pude ver a todos nuestros artistas cotidianos que estaban reunidos en las puertas principales de los campos santos y dentro de ellos decorando y levantando arcos anaranjados, con frutas y panes colgados en ellos, las tumbas forradas con los cientos de pétalos también naranjas y velas que se erguían listas para que cuando la noche entre se puedan encender.

Me cuenta un antiguo párroco de la parroquia de Tzintzuntzan que en la noche del 01 de noviembre, poco antes de media noche y hasta las cinco de la mañana, no cesan de repicar las campanas. ¿El motivo? Dicen los lugareños que las ánimas, reconociendo la campana de su parroquia, a la cual desde niños aprendieron a distinguir, son atraídos hacia su tierra.
¡Bendita comunión de los Santos! ¡Bendito vínculo de amor que ni la muerte puede trozar!
Vengan y pasemos por este pórtico bañado en cempasúchil.

P. Francisco Armando Gómez Ruiz 

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