Por: Marco Tavira
El director mexicano Manolo Caro, (La Casa de las Flores, Amor de mis amores) presenta su trabajo más sólido hasta el momento, la sorprendente miniserie: Alguien tiene que morir.
Se trata de un drama ubicado en la España de los años cincuenta, que lleva como tema central la intolerancia de la sociedad y de la propia autoridad española a las relaciones entre personas del mismo género, los prejuicios sexuales y la homofobia, en una época donde ser homosexual era considerado un delito y estas personas eran perseguidas y lapidadas, motivos suficientes para mantener tales preferencias en el más absoluto de los secretos.
Manolo Caro, echa mano de todos los elementos con los que ha construído los trabajos que anteceden a este, su mejor trabajo, comenzando con una evidente influencia del director gallego Pedro Almodóvar, una historia repleta de personajes que guardan terribles secretos y deshinibidos sexualmente, y, la participación de actores icónicos de España y México.
De tierras españolas toma prestada a la musa de Almodóvar, Carmen Maura (Volver, Todo sobre mi madre, ¿Qué he hecho yo para merecer esto?) para revivirla actoralmente con un personaje temerario y malévolo, que nos va dando de a poco pero que lo hace crecer en un momento determinado, a tal grado, que consigue llevar por sí misma el clímax de la historia. De México, a su propia musa, Cecilia Suárez (La casa de las Flores, Sexo, Pudor y Lágrimas) que vuelve a sorprender con una actuación destacadísima (Es admirable el don natural que posee la actriz mexicana de parlar el acento que le exige el guión, en este caso, un acento español perfectamente fluído).
Sin llegar a los niveles de estas virtuosas actrices, el mexicano Alejandro Espeitzer vuelve a aparecer en una serie con un personaje central, pero es opacado principalmente por el trabajo magistral de Maura y Suárez.
La nueva sex simbol española Ester Expósito (Élite) nos da la impresion de haber sido incluída en el elenco para atraer espectadores más que por la fuerza de su propio personaje; un tanto gris y sin peso .
La serie es amena y disfrutable, con locaciones y vestuario maravillosos y, su clímax es magistral. Solo por sus últimos treinta minutos, vale totalmente la pena ver los tres capítulos de los que consta Alguien tiene que morir.