La pandemia nos exhibió

Por: Leovigildo González

La pandemia de COVID-19 nos exhibió, desnudó la gran irresponsabilidad que tomamos los problemas, desde no respetar una cuarentena, hasta vacacionar en medio de la contingencia.

Este virus silencioso ha mostrado el egoísmo con el que se mueve esta sociedad, con la filosofía «mientras no enferme yo, lo demás no me importa».

Michoacán rebasó los 13 mil contagios, y más de mil muertes. También una crisis económica a la vista de todos.

Hace unos días tuve síntomas de COVID-19, fui a evaluación, y me hicieron la prueba PCR, lo hice en el sector salud, quería conocer el problema desde la detección.

El 60 por ciento de quienes esperaban hacerse la prueba eran personas de la tercera edad, en la capital michoacana que se ha convertido en el epicentro de la pandemia, un ambiente entre la preocupación y con silencios que provocan zozobra.

Ahí, sentado en una silla de plástico esperé a que una persona con un traje tipo astronauta gritara mi nombre.

Pasé, evidentemente tuve miedo de conocer el resultado, pero también de contagiarme al hacerme la prueba, son momentos cruciales, pero por lo cual pasan decenas de personas.

Le pregunté a quien me iba a realizar la prueba de COVID-19, «¿Tienen miedo?» Y respondió, «mucho», no ví su rostro, solo sus ojos, que se logran observar en medio del traje para evitar el contacto y así, el contagio.

Mi instinto de periodista, me hizo preguntarle – ¿Cuántas personas atienden diario?, Respondió «hacemos unas 80 pruebas por turno». 

Acto seguido, sacaron la prueba de mi garganta, para luego darme la instrucción de que esperara el resultado, en unos días.

Con el sistema tecnológico, la Secretaría de Salud tiene acceso a tus datos, desde domicilio, hasta número de celular, y con eso le dan seguimiento a cada caso.

Una tarea titánica, decenas de personas participan desde la detección del virus, darle seguimiento a los pacientes, hasta la hospitalización.

El heroísmo está en cada una de las personas que para ellas no hay fines de semana, ni días festivos, mucho menos descansos.

Con todo eso, seguimos elejados de la realidad, provocando que el virus se siga expandiéndose, una actitud egoísta que solo provoca problemas.

Ahí, ví un abuelito, que esperaba turno, con una fuerte tos, que vaticinaba el resultado.

Somos los jóvenes quienes estamos provocando la expansión de esta pandemia, nuestra irresponsabilidad está generando un problema que aumenta las cifras de muertos, cada número es una historia, una familia, dolor y pérdida.

Afortunadamente para mí, fui parte de la estadística de resultados negativos.

Escribo estás líneas, solo para reflexionar. Si no lo logro, no pasa absolutamente nada, pero ojalá no abracen a su abuela o abuelo, no estén cerca de sus padres, luego de ir a una fiesta, ojalá.



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