Por: Leovigildo González
En 2017, los jóvenes salieron a las calles, en medio de un sismo que cimbró a todo el país, hubo unión, se dejaron las redes sociales y todos se volcaron en ayudar.
Ahí mostraron el verdadero espíritu, la fuerza de provocar los cambios, la presión en redes sociales para que partidos políticos tuvieran que solidarizarse con recursos.
Han pasado casi 3 años de ese suceso, donde los jóvenes regresaron a su letargo, a un descanso que los tiene inertes, alejados de la vida pública del país, no les importa, no quieren participar.
En el Gobierno de Andrés Manuel López Obrador, la única joven con puesto de primer nivel es Luisa María Alcalde, quien tiene 33 años, de ahí no hay ningún otro. La administración federal se ha caracterizado por desdeñar a la juventud.
No solo es a nivel federal, también en otros órdenes de Gobierno, los jóvenes son usados en campañas políticas pero alejados de las posiciones de poder, son contados los casos de éxito.
Otro de los graves problemas del país, no solo son las pocas oportunidades de que se integren a la vida política, también, lo fácil que se han vuelto de ser reclutados para el crimen organizado que genera la ola de violencia en México.
De acuerdo con el grupo Cauce Ciudadano actualmente unos 75,000 menores de edad están integrados a grupos de delincuencia organizada y participan abiertamente en sus actividades; la mayoría integrados al Cártel de Sinaloa, Los Zetas y la Familia Michoacana.
La carrera delictiva que inicia al ser incorporado a los 14 o 15 años de edad termina en un corto tiempo que en la mayoría de los casos no supera los 10 años; ya que la gran parte de ellos muere a causa de batallas con grupos contrarios y en los enfrentamientos con las fuerzas de seguridad; el narco los recluta porque son desechables, jóvenes que pueden ser sustituidos de manera inmediata.
Aumentando que la población joven ya enfrentaba mayores desafíos para acceder al empleo en comparación con la población genera. En México la mitad de los desocupados pertenecen a un solo grupo, el de jóvenes de entre 15 a 29 años, mientras que la mitad restante se distribuye en tres grupos que engloban al resto de adultos jóvenes, adultos mayores y personas de la tercera edad, de acuerdo con cifras de la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo del Inegi.
Los retos de la juventud son muy extensos, las soluciones no parecen ser becas.
