El día que AMLO votó por Trump

Análisis de Hugo Villa

El encuentro entre los presidentes de Estados Unidos y México dejó en evidencia que ambos líderes políticos son más parecidos de lo que se pensaba, estiman expertos.

“Un discurso bananero en la Casa Blanca”, se titula la columna de Pablo Hiriart en El Financiero de México. “La diplomacia de subordinación de AMLO en la Casa Blanca”, es la presentación de la opinión de León Krauze en The Washington Post. “Trump es el salvavidas de AMLO, no al revés”, asegura, por su parte, Carlos Loret de Mola en El Universal. Los comentaristas de los grandes medios mexicanos y estadounidenses exhibieron sin pudor su sorpresa y pasmo ante la naturaleza que tuvo el encuentro entre Andrés Manuel López Obrador y Donald Trump.

La idea original era que a la cita acudiera también el primer ministro de Canadá, Justin Trudeau, para dar un toque oficial a la entrada en vigor del T-MEC, que empezó a operar el 1 de julio. Pero en medio de una pandemia, un encuentro de ese tipo podía ser una señal confusa y Trudeau optó por quedarse en casa. AMLO, en cambio, siguió adelante con sus planes y conversó con Trump. No tuvo tiempo, en cambio, para reunirse con los demócratas.

Especial sorpresa causaron los halagos que AMLO prodigó a su anfitrión, al que comparó con George Washington y le agradeció por “la comprensión y el respeto” mostrado por el pueblo mexicano. “No nos peleamos, somos amigos y vamos a seguir siendo amigos”, dijo más tarde el presidente de México. ¿Cómo entender esto? “Los dos básicamente están tratando de desarrollar un pacto de no agresión”, opina desde Estados Unidos el analista político Maurizio Passariello.

Ecuación electoral

“No es extraño. Si vemos la cronología de la actitud del presidente López Obrador con Trump ha sido obsequioso y ha intentado no confrontarse. Su lectura de la relación con Estados Unidos es tener la menor cantidad de roces y cumplir las exigencias de Washington, especialmente en el tema migratorio”, explica a DW Julián Andrade, periodista y columnista de Forbes. Para él, sin embargo, sí es llamativo el nivel de elogios. “Lo comparó con George Washington… a un presidente que ha lanzado ataques concretos, amenazas puntuales”, sin olvidar “la situación realmente difícil de los mexicanos en EE.UU., y el anuncio de que va a volver a proceder contra los dreamers, que en una gran cantidad son jóvenes mexicanos”, agrega el experto.

Más allá de ello, hay una ecuación que no puede obviarse: en noviembre habrá elecciones y Donald Trump quiere ser reelegido. “En estos momentos a Trump le conviene cualquier noticia positiva. Lleva varias semanas con noticias negativas en los titulares, y una reunión con un líder extranjero, especialmente con un socio comercial tan importante como México, lo hace ver más como un estadista y es un punto a favor”, explica Passariello.

“Esta reunión no tenía sentido si no la vemos por su carácter electoral. El tratado ya estaba firmado, ya entró en vigor. Desde ayer (miércoles 8 de julio) AMLO es un tema de campaña, con el equipo del presidente de Estados Unidos diciendo que Trump sí ha cumplido con los mexicanos y que el mejor ejemplo son los elogios de López Obrador. Digamos que AMLO votó por Donald Trump. Y de vuelta, Joe Biden diciendo ‘recuerden lo que Trump dijo de ustedes’. Definitivamente, nadie puede sacar la ecuación electoral de la reunión”, piensa Andrade.

Peligrosamente parecidos

Passariello estima que el rol de AMLO, si bien es importante ahora, seguramente a la larga se diluirá. “Tanto el pueblo mexicano como los mexicano-estadounidenses están muy claros acerca de cuál es su relación con Donald Trump y qué piensa él de ellos, no creo que en ese sentido López Obrador vaya a ayudar mucho”. Andrade piensa parecido. “No creo que los mexicanos que viven en EE.UU. vean con buenos ojos lo ocurrido. Además, tienen en Joe Biden un político que ha tenido un compromiso con ellos durante años, y no les ha dicho ni violadores ni secuestradores”. Passariello pone un dato sobre la mesa: a nivel general, el 70 por ciento de los hispanos vota por los demócratas. De allí la importancia de la jugada urdida por Trump.

Y de vuelta, ¿qué gana López Obrador con todo esto? “En este caso la ideología toma un papel secundario y lo primario es que ambos tienen un proyecto populista, semiautoritario, enemigo de la prensa… Creo que ambos se entienden y hay un cierto pacto de dejar al otro actuar a sus anchas dentro de sus fronteras”, dice Passariello. “Tiene un costo político apoyar a un mandatario como Trump, que es racista y que encarna a una derecha bastante silvestre. No veo ganancia, a no ser que se trate de una petición del propio Trump para mover la aguja entre los electores hispanos, pero esto es una especulación mía”, concede, por su parte Andrade.

Y agrega: “No nos olvidemos de algo: ambos encarnan una idea de populismo que dice haber devuelto el honor y el respeto a sus naciones. El desprecio por las elites es evidente en ambos. Se parecen mucho y por eso tienen química. No sé si con otro tipo de políticos les sería tan sencillo. Ya vemos que con Emmanuel Macron y Angela Merkel, que padecen la emergencia de los populismos, no les ha resultado”.

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