Derecho a manifestarse/Morena el intolerante

Con Descartes

Durante los últimos 30 años la izquierda mexicana ha sido la expresión política y social que de manera permanente ha hecho valer el derecho humano de la manifestación, la protesta y la expresión de ideas. Los movimientos que ha encabezado el presidente Andrés Manuel López Obrador durante su carrera política, van desde sus inicios en su natal Tabasco hasta los plantones en la avenida Reforma en la Ciudad de México en el 2006.

En Michoacán, durante los años ochentas fue el PRD encabezado por Cristóbal Arias Solís quienes se manifestaban en contra de las posturas antidemocráticas de quienes ejercían el poder en ese tiempo; actualmente las expresiones políticas que con frecuencia ejercen el derecho de manifestación son la CNTE, los normalistas y los indígenas (simpatizantes de Morena), muchas de ellas violentas o afectando los derechos de terceros.

Es indiscutible que el derecho de manifestación es fundamental para la vida democrática de cualquier nación, es quizá el derecho histórico directo de participación política de la población, mediante el cual hacen patente su sentir respecto de las determinaciones públicas del ejercicio del poder, situación que permite equilibrar esto último, ya que, de no ser así, la clase gobernante podría hacer y deshacer a placer.

La manifestación del fin de semana ha mostrado el nivel de intolerancia de Morena y de la 4T, estos creen que por ser ellos los manifestantes eternos en el país, tienen exclusividad para el uso de las calles a efecto de fijar postura en contra del gobierno en turno. No hay nada más equivocado que esa visión, en esta ocasión salieron grupos sociales diferentes, lo hicieron de una manera sui géneris, en vehículos, lo cual ha sido el motivo de descalificación de los simpatizantes y militantes de Morena, quienes se mofan de la forma en que se realizó la movilización, calificando a los protestantes como “fifís”.

Los adjetivos que han utilizado los de la 4T en contra de los manifestantes, no sólo demuestran su intolerancia respecto de los que no piensan como ellos, sino que son la evidencia clara de como el país se encuentra dividido gracias a un discurso de clases sociales, de pobres y ricos, de fifís y chairos. Esa visión debe preocuparnos, porque dista de ser una postura democrática, por el contrario, son pinceladas de autoritarismo.

Debe caber la cordura en alguien de Morena y de Palacio Nacional, las posturas antidemocráticas y el discurso de clases sociales nos pueden poner en la antesala de un enfrentamiento social, situación que en este momento en medio de una crisis sanitaria y económica no debe procurarse, lo más importante es llamar y generar a la unidad de los mexicanos a efecto de enfrentar los retos juntos.  

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