Por: Leovigildo González
Ellos no tienen la culpa, fue lo primero que se me vino a la mente luego de ver una serie de acciones en donde la gente temía que se propagara el virus de COVID-19.
Muchos mexicanos vivimos en una burbuja, creemos que todos tienen acceso a internet, luz eléctrica, comen a sus horas, fueron a la escuela, y no sufren de pobreza, pues no, hay otra realidad igual de peligrosa que la pandemia.
México, es el país de la desigualdad, con 55 millones de pobres, que sufren diariamente para conseguir que comer, ni hablemos de un teléfono inteligente con acceso a internet, mucho menos de educación básica, el hambre les impidió estar en un aula.
21 millones de mexicanos según el Consejo Nacional de Evaluación de la Política en Desarrollo Social (Coneval), están en pobreza extrema, y la cifra aumentará después de la pandemia. Un dato sumamente alarmante, desesperante y que nos debe hacer un llamado a la reflexión.
Si alguien hay que culpar de décadas de atraso, es al olvido gubernamental, pero también a un sistema que te impide soñar, salir adelante, que explote tus cualidades y te aliente.
Lo que hemos visto en los últimos días, son sólo la imagen real de un México que parece olvidado, al cual no se le puede exigir «estar informado» cuando no se les dan las herramientas para estarlo, a quien no se le puede exigir dejar la ignorancia, cuando lo que realmente preocupa es no morir de hambre.
Y no, ellos no tienen la culpa, llegó una pandemia que exhibe el olvido de comunidades enteras, que no estaban preparadas para mitigar el virus, o el miedo, ambos igual de peligrosos.
Son décadas de no voltear a ver a quienes no crecían al ritmo tecnológico o económico, han sido años en que muchas comunidades sólo son vistas como números en votaciones, pero después de elecciones electorales, desaparecen de la mente de políticos y oportunistas.